El cine se recicla todo el tiempo y no siempre las reescrituras de sus historias son felices. "Papás a la fuerza" es uno de esos casos. La película de Walt Becker vuelve sobre una cuestión que Hollywood ha abordado hasta el hartazgo: la paternidad a la fuerza. Narra la historia de un ejecutivo que cuando menos lo espera se entera de que tiene dos hijos y, lo más difícil, que se tiene que hacer cargo de ellos. Su mejor amigo, también soltero y cincuentón como él, se suma a la empresa. El conflicto está planteado, no la solución que, en la historia, se debate entre gags obvios y actuaciones apenas correctas. Ni siquiera se da la esperada química entre Robin Williams y John Travolta, por lo que todo queda librado al talento del director para que la empresa no naufrague. No lo logra, pese a su profesionalismo. La comedia no explota nunca; apenas, alguna vez, despierta una sonrisa piadosa.