Amistad con una pelota en el medio
El film de Taratuto, basado en la novela homónima de Eduardo Sacheri, narra el periplo de tres amigos que intentan cumplir el sueño de El mono, alma mater del grupo que acaba de morir, con el fútbol como telón de fondo.
Otra vez el fútbol como eje argumental de una película argentina de corte industrial, tal como ocurriera en la olvidable Fuera de juego (2011). Pero si esta malograda comedia en coproducción con España describía una incómoda amistad entre hombres, el quinto largometraje de Juan Taratuto construye desde la masculinidad el otro tema que recorre en paralelo a la anécdota futbolística. Cuatro amigos (Fernando, Mauricio, El Ruso, El Mono), una estructura de relato que va y viene en el tiempo, una subtrama que adquiere un peso importante y un recorrido desde el fagocitado naturalismo estético y argumental, resultan los mecanismos elegidos para la adaptación concebida por del director junto a Eduardo Sacheri (El secreto de sus ojos), también responsable del libro original. En realidad, el Mono es un hermoso recuerdo para sus amigos y el objetivo del trío será hacer feliz a su pequeña hija, especialmente, por el fanatismo que el padre le tenía a Independiente y a los colores de la institución. Debido a esto, la narración oscila entre un presente que exhibe carencias laborales y afectivas y un pasado, a través de flashbacks que hacen demasiado "ruido", dedicados a contemplar la enfermedad terminal de El Mono y la forma en que se solidifica la amistad del resto. Taratuto confía en los textos, tal vez en exceso, manejando una cámara sin demasiados riesgos formales, y en la acumulación de pequeñas anécdotas que de a poco van construyendo el propósito del grupo de amigos: hacer dinero con la venta al exterior de un jugador del interior del país y así satisfacer al grupo altruista y a la chica huérfana de padre. El problema principal de Papeles en el viento es su decisión por emplear todos los recursos comunes en esta clase de relatos. Se añora, en ese sentido, la sutileza que trasmitían las imágenes de La reconstrucción, del mismo director, al momento de narrar la enfermedad del personaje que encarnaba Alfredo Casero. Aquí, en cambio, la tragicomedia flaquea en su forzada fusión de escenas tristes y otras donde se intenta transmitir cierta comicidad. En ese punto, Papeles en el viento descansa en una concepción de relato donde los momentos en que se manifiesta el pasado escarban en ese fagocitado naturalismo del cine argentino que ya fuera apropiado por la (mala) televisión. Algunas escenas puntuales (la conversación entre Dopazo y Peretti; el viaje final hacia el estadio de los tres amigos y la niña; el casi desenlace donde se narra la venta definitiva del jugador), resuenan como escasos puntos a favor de una película sostenida a puro aporte del guión. O, en todo caso, a base de martillazos efectistas provenientes de la palabra escrita.