Si de pasiones se trata…
Estamos ante un dupla que a primera instancia parece prometedora, y hay que ser justos, no defrauda, pero nos deja con ganas de un poco más. Juan Taratuto (No sos vos, soy yo, Un Novio para mi Mujer) es un buen director de cine, con historias simples, en las que mayormente nos plantea los conflictos de una pareja, ya sea abordándola desde el punto de vista femenino o masculino. Eduardo Sacheri es un gran escritor cuyos libros han alcanzado gran aceptación en el público, y gracias a quien nuestro país recibió su segundo Oscar, por la película El Secreto de sus Ojos, basada en su libro homónimo.
Ahora bien, la ecuación planteada: buen director de cine más un excelente escritor (quien se suma a la adaptación del guión) y actores que no destacan pero logran lo propuesto, nos debería dar una muy buena película. El resultado tal vez no llega a tanto pero hablamos de un buen largometraje, aceptable para los que nos gusta el fútbol, incluso algo nostálgico. Esto no es poca cosa para un cine argentino marketinero desesperado por mostrar en una película lo que se puede ver en cualquier noticiero a media tarde.
La historia se centra en cuatro amigos fanáticos del fútbol y del club Independiente: el relato comienza con la muerte de uno de ellos, el “Mono”, quien reaparecerá a lo largo del film mediante recuerdos de sus amigos y de su hermano. Fernando, el hermano del Mono, el “Ruso” y Mauricio (no debe ser casual que el único que logró salir del barrio, y convertirse en un prestigioso abogado, no tenga apodo) se enteran que el Mono no dejó ni un solo centavo en su cuenta, había recibido una indemnización de 300.000 dólares y lo invirtió todo en comprar a una promesa juvenil del fútbol, Mario Juan Bautista Pittilanga, un delantero de un club de Santiago del Estero con un problema fundamental: no hace goles. Este grupo de entrañables amigos intentará por todos los medios, y bajo todos los trucos e ingenios, vender al jugador para asegurarle un futuro a la hija de nueve años del Mono, Guadalupe.
Tal vez el fútbol sea utilizado como una excusa o contexto para contar una historia de amistad, de soledades y de compañías (que aunque ya no estén nos siguen marcando y nos dan la fuerza que a veces no creemos tener), y de lo que somos capaces de hacer por una pasión (perder la cabeza y apostarlo todo, y también perder la cabeza y dejar todo para recuperarlo). Papeles en el Viento es una buena película que sí posee una dupla que no falla ni en el cine ni en la vida real: fútbol y amistad, esa pasión que se respira en ese mismo aire donde quedan flotando y revoloteando los papelitos después de un partido de fútbol.