Un valiente alegato del director de Süden, quien nos abre la puerta de su núcleo familiar
Este interesante director, a quien ya habíamos apreciado en el 2008 con su ópera prima Süden, regresa ahora con un retrato crudo, ácido, festivo y sumamente nostálgico sobre su familia, en el que alterna imágenes recientes con extractos de filmaciones de sus abuelos paternos inmigrantes en nuestro país, el casamiento de sus padres, fiestas familiares, y la presencia permanente de una cámara en la convivencia diaria durante la cual se desgajan las pequeñas miserias de cada uno se sus integrantes.
Hay un eje sumamente apreciable que se constituye a través de las consecuencias que el holocausto tiene en generaciones sucesivas de los sobrevivientes, y es allí donde la película se fortalece. Esa angustia que se va heredando y trasladando de generación en generación como la ?hagadá? que se lee en la noche de Pesaj en la que toda la familia está reunida.
Otro aspecto es cómo, históricamente, la célula familiar, que supo albergar y anidar a todos sus hijos generando una monolítica base tiende a desmembrarse en el presente.
Un valiente alegato de este talentoso cineasta, quien nos abre la puerta de su núcleo familiar, que nos remite un poco al nuestro.