Como en un Western, la fuerza del film esta en el silencio espléndido de los paisajes mapuches del sur argentino. Durante sus trashumancias, la ternura de Don Ernaldo, sus hijos y sus hermanos, es arañada por los alambrados hostiles, tendidos con fines de economía rentable, que desprecia y asimila siempre los nativos a los pobres. Ellos organizan su supervivencia entre modernidad y necesaria resistencia.