En uno de los inmensos paisajes del sur patagónico viven don Ernaldo, sus hijos y sus hermanos. Ellos son mapuches, una raza en vísperas de extinción, y organizan su supervivencia entre la modernidad y una necesaria resistencia que es arañada por los alambrados hostiles, tendidos con fines de economía rentable, mientras el desprecio los acorrala cada día con mayor ingratitud. Las ovejas son, a la vez, su sustento y su forma de lograr algún dinero proveniente de la esquila en tanto, y a lomo de caballo, recorren las planicies desiertas envueltos en sus silencios y en sus labores cotidianas. Con esta temática intimista, el director francés Mathieu Orcel, argentino por adopción, logró un documental que refleja las vivencias de esa familia. Tras convivir cuatro años con dos comunidades mapuches de Neuquén, el realizador concibió este film que habla de las angustias de esos habitantes ya acostumbrados al olvido y al dolor, aunque siempre piensan en un futuro mejor para sus descendientes. Con una cámara que, como un ojo atento, se posa en los rostros de sus protagonistas, Orcel rodó esta aventura atravesando no sólo los problemas de esa tierra patagónica, sino asumiendo la responsabilidad de mostrar el infortunio de sus criaturas, esos seres que todavía conservan su propio idioma y se enfrentan con los más dispares problemas sin perder el tesón heredado de sus ancestros. Una excelente fotografía y una música de serenos compases apoyan este film que merece verse para insertarse en un micromundo casi ignorado y casi siempre despreciado..
Mapuzungun, el hablar de la tierra En Para los pobres piedras (2013), el realizador francés radicado en Argentino Mathieu Orcel registra los pasos de una familia mapuche a través de los hermosos paisajes neuquinos y deja entrever la dura realidad a la que se enfrentan día a día para sobrevivir en una sociedad que parece haberles dado la espalda. Ernaldo y sus hijos son mapuches y año tras año emprenden un viaje a la “veranada”. Esto consiste en llevar a las ovejas a alimentarse en la cordillera durante tres meses en donde no hay sequía. En tanto su esposa Cecilia los espera mientras cocina y transforma la lana en hilo que luego se venderá. El director de la serie documental Salida de emergencia, emitida por el canal Encuentro, se sumergió en la meseta patagónica, aprendió el idioma mapuche Mapuzungun y vivió un total de tres años con la familia de Ernaldo. El resultado es inmejorable: consiguió testimonios crudos sobre una realidad que golpea tan fuerte como el viento en la cara de estas personas que enfrentan adversidades no sólo de la naturaleza sino de la mano del hombre y su codicia. De esta manera, Orcel y su equipo lograron captar lo desolador del paisaje que se traducen en secuencias prolijas en las que el movimiento de la cámara se hace imperceptible. Reservará el uso de la cámara en mano para escenas en las que se hace imposible utilizar un trípode como una cabalgata o seguir de cerca el sacrificio de un animal para el almuerzo. La música extradiegética quedará relegada a un segundo plano ya que Orcel dio relevancia a los sonidos propios de la naturaleza. El grito ahogado de un animal o el sonido del viento que se mezcla con el balar de las ovejas son el acompañamiento ideal de un documental sincero que no permite una segunda lectura. Para los pobres piedras es una bofetada al espectador que, sin apelar a golpes bajos, desconoce una realidad que afecta a personas que vieron pisoteados sus derechos desde que los primeros colonizadores pusieron un pie en nuestro territorio. El título del documental hace referencia a un dicho que tienen los mapuches. Mientras las empresas se quedan con las mejores porciones de tierra, los crianceros deben atravesar improvisados caminos repletos de piedras. Orcel dio el primer paso al documentar con precisión quirúrgica estos hechos. Ahora la responsabilidad quedará en el espectador que ya no podrá alegar desconocimiento sobre las injusticas a las que están sometidos nuestros hermanos de los pueblos originarios.
En las áridas tierras del sur El francés Mathieu Orcel logra capturar con su cámara el "silencio" del sur argentino y la vida ardua de una familia de mapuches, que viven en el paraje Caychichue, a ochenta kilómetros de Zapala, en Neuquén. "Para los pobres piedras" es un documental testimonial, en el que su director sigue a los llamados "crianceros", mapuches que hacen un largo viaje con sus ovejas y chivas lejos de sus viviendas, rodeadas en su mayoría de tierras secas, en busca de algún pequeño cauce de agua, o de una zona de pastizales que les permita alimentar a sus animales. Mathieu Orcel, que llegó en 2001 a la Argentina y actualmente es director de la serie documental "Salida de emergencia", que emite el Canal Encuentro, convivió varios años con algunos integrantes de la comunidad mapuche que vive cerca de Zapala y a partir de ganarse la confianza de los lugareños, pudo concretar este filme en el que su cámara registra momentos íntimos de esos hombres y mujeres, de piel curtida por el viento y el frío clima del sur. ENTRE CONTRASTES El documental muestra algunos contrastes de la Patagonia, en la que por un lado están las precarias viviendas, varias de ellas hechas con ladrillos y barro y las zonas alambradas, en las que los dueños de varias hectáreas sembraron pinos, para comercializar la madera, lo que provoca una amplia zona improductiva alrededor. ""Al lado de los pinos no se puede plantar nada porque se seca"", dice Manuel Ceballo, quien vive con su mujer y sus dos pequeños hijos en la zona de Caychichue. El filme también enfoca a Cecilia, una mujer que es una suerte de "chamana" mapuche, que conoce el secreto de los cantos de su comunidad, llamados "tail", con los que pide lluvia, o protección para los "crianceros" que se aventuran a las desoladas tierras patagónicas. EL CLIMA CASTIGA La película incluye desde escenas en las que puede verse la matanza de un animal para la comida, cuya sangre es bebida por los perros, hasta el silencio y las miradas como resignadas de esos hombres que esperan largas horas a la intemperie, o debajo de una carpa improvisada, tratando de dejar pasar el intenso viento, o la nevada patagónica, mientras intentan que no se mueran sus animales, para poder comercializar -a muy bajo precio- la lana de sus ovejas. El director Mathieu Orcel se revela como un investigador de costumbres, su documental esquiva el contenido didáctico, de paisaje turístico, para inclinarse por una búsqueda antropológica, porque muestra las vivencias de la comunidad mapuche en el paraje Caychichue, Neuquén, que lucha por su supervivencia, en condiciones precarias, dolorosamente difíciles.
Lo primero que impacta de este documental, es el enorme trabajo de elaboración y producción realizado por Mathieu Orcel y equipo para la concreción de “Para los pobres piedras”. Luego de habernos traído “Salida de Emergencia” en el Canal Encuentro, con gran repercusión, el hombre se adentra en un desafío muy comprometido: transmitir las ideas, modos de vida y concepciones culturales de dos comunidades mapuches en Neuquén a partir de una convivencia con ellas, de cuatro años… Para compartir con estos clanes, era necesario aprender a hablar el idioma (Mapuzungun), y adentrarse en la montaña, donde los crianceros veraneantes hacen su actividad alejadísimos del contacto con los centros poblados. Orcel y sus sonidistas Fernando Barraza y Mercedes Eliçabe,se animaron a subirse a los caballos y seguirlos, comer con ellos, respirar el mismo aire patagónico… en definitiva a decodificar su idiosincracia, en toda su dimensión. Es cierto que aquí abunda lo no verbal, pero ese espacio es observación y reflexión interna. Guía las explicaciones sobre la problemática de este grupo etáreo. “Para los pobres piedras” es un film sorprendente, en algunos tramos, el registro que hace (por ejemplo, cuando uno de los hombres intenta llamar a su madre desde la montaña y no consigue señal, cuando Cecilia canta, cuando presenciamos el apilamiento de las bolsas con lana que no se venden porque el precio es bajo) es tan claro que da la impresión de que no necesitamos nada que no sea mirar, las acciones están dictando el árido contexto en que viven. Quiero decir, este no es de los documentales que nos exponen a cuantiosas explicaciones sobre hechos. Hay vida aquí. Y no hace falta nada más que presenciarla. Basta que nos predispongamos a mirar, y ahí aparecen la caracterización como sujetos en contexto, sus necesidades, anhelos y necesidad de preservar su cultura. Sus ritos, su vínculo con la naturaleza. De corte intimista, pausado, pleno en paisajes amplios y cielos abiertos, “Para los pobres piedras”, también habla de las dificultades para sobrevivir, frente al descuido del Estado en cuidar nuestra memoria y el avance de las corporaciones que compran grandes latifundios y restringen los espacios para que los mapuches puedan desarrollar sus actividades… ¿a quienes pertenecen esas tierras? Cuál es la protección que como sociedad tenemos hacia ellos y qué grado de conocimiento hay sobre su situación actual? Todo un abanico se abre a partir de este iniciador. Desde el mundo de los blancos (ya nos bajamos de la montaña y estamos frente al procesador de texto), digamos que éste es un film necesario. De esos que hacen preguntas dolorosas. Y para los cuales habrá que encontrar nuevas respuestas.
Un título que sale un dicho popular que refleja la dura vida de las comunidades mapuches, los alambrados que cortan sus caminos centenarios, los cultivos extraños. El director Mathieu Orcel convivió cuatro años con esas comunidades, aprendió su idioma y logro un material de calidad y emotivo.
¿Cuánto realmente conocemos de nuestro lugar en el mundo? En el género documental no hay demasiado por descubrir en términos narrativos. Cuando se intenta pasar la frontera del objetivo por el cual se documenta algo, en primer lugar se puede caer en el híbrido (hoy mal llamado docu-ficción) o directamente perder el sentido. En cambio, sí hay mucho por descubrir en términos estéticos. En este punto es donde los documentalistas como Mathieu Orcel o Sylvain George con la magnífica “Figuras de la guerra” (2011), y el propio Werner Herzog marcan la diferencia. A ellos evidentemente no les alcanza con entrevistar gente y asumen el desafío de meterse de lleno en aquello que buscan revelar superando con creces el rótulo de cronistas. “Para los pobres, piedras” es una realización que se adentra en el corazón de una comunidad Wichi. Una profunda contemplación permite al director comprometerse con su material a niveles introspectivos. Él y su equipo estuvieron maá de tres años conociendo lugares, viviendo costumbres, adoptando idiomas… luego uno entiende por qué un encuadre a una hora determinada es muy distinto de otro, pero esas decisiones a la hora de compaginar sólo se pueden tomar luego de una profunda observación, no del material filmado, sino de la vida. Así, cada cuadro de la película cuenta tanto una parte del presente como del pasado, logrando meter al espectador en la situación de estos verdaderos dueños de la tierra. “Para los pobres, piedras” ante todo permite tomarse el tiempo para en pocos minutos entender cuál es el ritmo propuesto y por qué es tan importante dejarse llevar por la propuesta. La fabulosa dirección de fotografía, lejos de buscar la postal, también crea climas propios en los momentos del día en los que la banda sonora de la naturaleza deja paso a un silencio atronador. Como si el mundo estuviera en pausa. Por todo esto y por lo registrado en imágenes, el francés (radicado en Argentina hace una década) Mathieu Orcel deja de lado toda posibilidad de clasificar su obra como una mirada “desde afuera”. Por el contrario, más bien ofrece una mirada como para que los que estamos adentro de este país nos preguntemos cuánto conocemos realmente de nuestro lugar en el mundo. Algo parecido sucedía con “El etnógrafo” (2012) estrenada este año. En todo caso, ambas, con distintos estilos, son imperdibles.