A través de varios relatos con encontramos con un film en blanco y negro, con un formato cuadrado, que nos remite a las antiguas pantallas de cine, hoy mucho más panorámicas, lo que a mi entender plantea una sensación de material de archivo.
Y justamente son testimonios que conoceremos de los tres personajes principales de la historia, que irán alternándose con momentos recreados de esas mismas confesiones. Encontraremos a Jules (Peter Kurth), un jefe de policía francés colaboracionista con las fuerzas de ocupación alemanas en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, También conoceremos a Olga (Yuliya Vysotskaya) , una mujer, aristócrata rusa, residente en París y comprometida con la salvación de niños judíos, y por último a Helmut (Christian Clauss) , en este caso un joven alemán de “pura raza aria”, con estudios, fortuna y hasta emparentado con el pensador Friedrich Nietzsche, embelesado por la causa nacionalsocialista.
Hablan a cámara, a modo de interrogatorio y van apareciendo los miedos, las justificaciones que tuvieron que tomar, en una especie de juicio ante alguien que no conocemos. Pero constantemente pasamos de esos testimonios a reforzar recreando hechos que sucedieron, y que no debemos olvidar. La etapa del Nazismo fue muy cruel y despiadada como para olvidar.
Esta película obtuvo los siguientes galardones : mejor Dirección en el Festival de Cine de Venecia, Mejor actriz, Fotografía y premio del Jurado Joven en el Festival de Gijón, mejor Guion, Astor de Plata, en el Festival de Cine de Mar del Plata, entre otros.
Es un drama con un relato muy duro y excelentes actuaciones. Siempre nos quedamos con una sensación de amargura por el desarrollo de los hechos y en el final la resolución nos desconcierta y nos alegra, y revaloriza todo lo que comprendimos del relato. Una película necesaria, imperdible y reflexiva para no volver a cometer los mismos errores.