Nomofobia
En Paranoia (2013), el joven, inteligente, guapo, mujeriego, fornido y nominalmente semi-desnudo Adam (Liam Hemsworth) es un perdedor. Hace 3 años que trabaja para Wyatt Corp., y no le suben el sueldo. Vale, tiene un padre enfermo y la aseguradora le está arrancando la cabeza, pero despilfarrar 16,000 dólares en una noche de juerga tampoco ayuda. En fin, el Wyatt de Wyatt Corp. (Gary Oldman) le convoca al día siguiente: o se infiltra en la empresa rival Eikon para sabotear su nuevo producto, o se las va a ver con cargos por malversación de fondos.
Lo que sigue es el relato bastante desgastado y poco sorprendente del jovencito iluso que comienza a trabajar para una compañía que le garantiza la buena vida y al final se da cuenta de lo que todos ya sabemos: las compañías no se rigen por la integridad de sus individuos, sino por un capitalismo depravado que va más allá de la ley o la moral. Adam se convierte en un peón en la guerra privada entre Wyatt y el presidente de Eikon, Jock Goddard (Harrison Ford).
¿A qué se dedican Wyatt Corp. y Eikon? Técnicamente no debería importar, pero hacen celulares. El celular es ese aparato intruso que domina nuestras vidas y que aparentemente causa nomofobia si nos lo olvidamos en casa. En Paranoia, son la causa y la solución de todos los problemas. Cuando podemos sacar un deus ex machina literalmente en cualquier momento de nuestros bolsillos, ¿dónde está el conflicto?
La respuesta está en las relaciones de Adam con los demás personajes. Con su padre (Richard Dreyfuss en el papel de viejo pícaro), con su chica (Amber Heard en el papel de interés romántico que sólo tiene sexo en cámara lenta o durante una elipsis), con los “amigos del vecindario” (manga de hipsters desfachatadamente queriendo hacerse pasar por laburantes proletarios) y con la dupla Goddard/Wyatt, el prototípico combo del genio y su Salieri resentido.
Harrison Ford y Gary Oldman son, sorpresa, lo mejor de la película, y comparten algunas escenas muy buenas. Pero la trama es sobre el blondo narciso Adam, su trabajada espalda y su no-relación con Emma (Amber Heard). Ellos se conocen en la noche de juerga original, pero oh casualidad que ella trabaja para Goddard cuando Adam se infiltra en la compañía. Él se enamora de ella, pero una fuerza mayor le obliga a mentirle, y cuando ella se entera él tiene que convencerle de que “no todo ha sido una mentira”. ¿Les suena?
Se estarán preguntando a todo esto de dónde sale el título de la película, Paranoia. Buena pregunta. Probablemente sale de la escena en que Adam destruye su nuevo apartamento chic de Manhattan, descubriendo una decena de cámaras ocultas en el acto. Quizás les recuerde al final de La conversación (The Conversation, 1974). Excepto que allí el personaje opera por una perturbación mental fijada en una idea que jamás se esclarece. Aquí en cambio le pegan un llamado al personaje para avisarle que lo están vigilando. Sr. Director Robert Luketic, cuando la amenaza es un hecho, no es paranoia.