¿Por qué le habrán puesto ese titulo? ¿Qué tiene que ver con la historia que cuenta, con el tema que trata, con el desarrollo mismo? Nada.
Esta producción podría decirse que es una mala versión, eso si aggiornada, de “Wall Strett” (1987) dirigida por Oliver Stone.
Todo es reconocible, identificable, y trasladable de un filme a otro, por lo cual éste termina siendo un catalogo de lugares comunes y, por acumulación de temporalidades, nefasto.
Adam Cassidy (Liam Hemsworth) es un nuevo empleado de una poderosa corporación a cargo de una importante proyecto, pero sólo llega ahí por ser victima de un chantaje, acusado de un delito federal por otra empresa, tan poderosa y al mismo tiempo competidora de la primera, de la que es ex empleado. Para salvar sus deudas y pellejo, debe espiar a su nuevo su jefe Jock Goddard (Harrison Ford) para conseguirle a su antiguo patrón, Nicholas Wyatt (Gary Oldman), ex niño mimado, luego traicionado, de Jock, los datos de otro emprendimiento que revolucionara el mercado de las comunicaciones y la tecnología.
Bien, ya tenemos a todos los personajes: el padre nunca santo de devoción del hijo, la madre muerta por falta de recursos económicos, los amigos abandonados por el nuevo Sultan, pero siempre listos, los nuevos amigos que se puede decir que la confianza mata al hombre, la chica 10 que queda subyugada por la personalidad del héroe, los buenos y los malos de la clase dominante, sin demasiada definiciones al respecto, sólo para que el final sea un poco más creíble y digerible.
Ahora su vida es cuasi perfecta, falsa, pero se la cree, venera su labor, le dieron para manejar un Porsche y él se adueña del mismo y sale con la chica de sus sueños, pero ella se despierta. Lo único que debe hacer es traicionar a todos aquellos afectos de que siempre lo apoyaron, incluido el padre.
Gary Oldman y Harrison Ford hacen lo que pueden con sus personajes, demasiado se podría decir, ya que el guión poco los ayuda.
La realización de Robert Luketic presenta además muchos otros problemas, por ejemplo de construcción y el empleo montaje acelerado, sólo por que así lo pensaron, nada justifica esa elección, lo mismo sucede con la estética y el diseño de sonido, incluida la banda de música, pero el principal parecería ser que ninguno, ni actores ni guionistas, ni extras, ni técnicos, son lo suficiente “paranoico".