Paranoia

Crítica de María Paula Putrueli - A Sala Llena

Paranoicos se buscan...

Una vez que termina esta película, uno se queda pensando sobre algunos temas: ¿a qué se debe el título Paranoia? ¿Liam Hemsworth no puede intentar trabajar un poco más sobre sus pobres gestos faciales? Definitivamente Harrison Ford y Gary Oldman hacía tiempo que no se veían, ¿y en vez de juntarse a tomar un café decidieron verse un rato en el set de filmación, regalarnos los pocos minutos que valen la pena de los 106 totales e irse tranquilos -y algo más adinerados- a sus casas? Y sobretodo, ¿era necesario llevar a cabo esta producción?

Lo importante es que algunas respuestas tenemos, o al menos humildes presunciones: el término “paranoia” puede referirse a sensaciones angustiantes o estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables. Algo de angustia se siente al ser testigo de un guión tan aburrido y predecible, y la única fuerza incontrolable que hallamos es la propia, orientada a no dar el brazo a torcer y levantarnos antes de la proyección. Después mucho más de “paranoia” no podemos encontrar, salvo una escena menor, donde el protagonista se da cuenta que lo están filmando en la casa que le obsequiaron sus generosos y desinteresados nuevos jefes (¡!), a lo que responde enloqueciendo y desconectando todo...