"Algo acecha en la oscuridad”, advierten los carteles de Paranormal. Ese suspenso se diluye rápidamente cuando el film revele que acecha lo mismo que en 9 de cada 10 películas de terror: un fantasmita traumado que vuelve para saldar viejas deudas pendientes.
La protagonista de esta producción irlandesa es Dana (Shauna Macdonald), una mujer atlética (lo primero que dice cuando se levanta es que va a correr 20 kilómetros y vuelve) que sufre un accidente automovilístico que la deja convaleciente en el hospital. La muerte de ella durante algunos minutos es la trillada excusa narrativa para avalar lo que vendrá.
Lentamente empezarán a suceder cosas extrañas –asegura ella– provocadas por un hombre alto y de dedos largos. Un hombre que solo ella ve. Paranormal intentará construir una módica tensión alrededor de ese misterio, apelando al remanido truco de un viejo enfermero que se ha suicidado justo, justo en esa habitación.
Paranormal es una de esas producciones de bajo presupuesto que, en lugar de hacerse cargo de esa condición, apuesta por una imaginería visual y narrativa de gran escala para mostrar un monstruo que genera cualquier cosa menos miedo. Con un guión tan automático y predecible como lleno de agujeros que, para colmo, coquetea con el drama interno de su protagonista, y actuaciones que apenas superan lo amateur, se trata de un film que aporta poco y nada al género de los sustos.