No sé si les pasará a ustedes, pero cuando una película de horror me llega, cala hondo en mi ser. Es una sensación perversa a la cual pocas veces me tiene acostumbrado el género que tanto adoro, y Hereditary me sigue generando escalofríos aún cuando han pasado tres semanas desde su estreno. Dicha sombra no le hace ningún favor a Nails, co-producción anglo-irlandesa que a las salas locales llega con el genérico y aburrido título de Paranormal, un cúmulo de lugares comunes que entierra la poca buena voluntad del film en clichés del horror que ya no deberían existir.