Documentando las fuentes de la violencia (contrarrevolucionaria)
El documental Parapolicial negro. Apuntes para una prehistoria de la Triple A, del director Valentín Javier Diment, recorre, durante una hora y media, los más conocidos episodios del accionar de la Alianza Anticomunista Argentina: los asesinatos de Rodolfo Ortega Peña, el cura Mujica, Julio Troxler y Silvio Frondizi; las “listas negras”, que incluyeron no sólo a sindicalistas y militantes, sino a artistas (habla, por ejemplo, Isabel “Coca” Sarli, recordando las amenazas de la Triple A a ella y al actor y director Armando Bó), etcétera. En suma, hablamos de una estructura paraestatal, policial-militar, que cometió más de 1.500 crímenes en el período previo al golpe genocida del 24 de marzo de 1976.
En Parapolicial… abundan los testimonios: militantes políticos y sindicales, periodistas e historiadores dedicados al tema de la (llamada demasiado genéricamente) “violencia política” y a la (eterna) corrupción de los cuerpos policiales y, “la perla”, el “riel” (o “viga maestra”) sobre el que se desarrolla el film: el testimonio de María Gil Calvo, viuda de Eduardo Almirón. Ella, una azafata española que conoció en aquellos años a Almirón, accedió a hablar, y mucho; proveyendo además fotos y papeles que demuestran –aunque ella lo niegue o se contradiga, en una (no tan, como se verá al final, en los títulos) asombrosa mezcla de surrealismo y cinismo– el rol de López Rega (a la sazón, padrino de la boda de Gil Calvo y Almirón) y del mismo Perón, en el desarrollo y funcionamiento de la Triple A.
Los “periodistas policiales” e historiadores (Ricardo Ragendorfer, Marcelo Larraquy, Javier Diment) reconstruyen la trayectoria de Almirón y Juan Ramón Morales, de la Policía Federal, dedicados en la década de 1960 a realizar “mejicaneadas” (robar con una banda a otras bandas de ladrones o traficantes) y luego “pasados a disponibilidad”, a “vegetar” en la fuerza algunos años, hasta que a comienzos de los ‘70 serán convocados a servir a López Rega y a sus bandas, con cuartel general en el Ministerio de Bienestar Social.
Otro protagonista que (re)aparece es el poeta nacionalista Gabriel Luis de los Llanos, (re)leyendo ante las cámaras sus versos, exaltando “la brutalidad” y “la grandeza” –junto a su odio a “los zurdos”–, que aparecieron en la revista de la derecha peronista El caudillo. Junto a esto, el documental, haciendo honor a su epígrafe, “cada uno elige cómo contarse la historia”, recrea, con actores (Luis Ziembrowski, Sergio Boris, Pablo Krinski, Javier Diment, Lorena Vega), con acontecimientos fechados en el presente, ese accionar paralelo de crímenes, robos e impunidad (política) que comenzaron en los ‘60, se desarrollaron la década siguiente y, tras el golpe militar de Videla y cía., se generalizaron en todo el país.
En síntesis, Parapolicial… es un muy interesante documental, por momentos en apariencia complejo, pero que de conjunto, deja a las claras la formación, surgimiento y accionar de la Triple A. (Como dice en un momento Larraquy, se copió “el modelo” de “emplear bandas” que tenían –y tienen: recordar la desaparición de Jorge Julio López, o el crimen de Mariano Ferreyra– la burocracia sindical, las policías, y los grupos nacionalistas y/o peronistas.)
Aunque hay que señalar que esta reconstrucción (con variados puntos de vista) peca de dar por sabido algo que tal vez no sea tan así para “el gran público”: el hecho de que, desde 1969 Argentina había entrado, desde el Cordobazo, en una etapa revolucionaria, de insurgencia obrera, juvenil y popular, y que esa etapa no la pudo cerrar ni Perón con las elecciones, ni el accionar de las AAA con sus “crímenes selectos”. Seguramente para el kirchnerismo y su (trucho) “setentismo” no es un documental cómodo, reivindicable: un militar retirado asegura que era imposible que Perón no sólo tuviera conocimiento de las AAA, sino que las dirigiera; y, por otra parte, se señala que el juez afín al actual gobierno nacional, Oyarbide, “cajoneó”, deja “dormir” la “causa Triple A” (donde están implicados burócratas sindicales, amigos o ex, del gobierno), mientras los mismos jefes de esa banda, Almirón y Morales, ya fallecieron. Y entonces, ¿quién queda –además de Isabel Perón– por interrogar para que se sepa la verdad, y para castigar por esos crímenes de luchadores obreros y populares?
Y también, Parapolicial… deja a las claras cómo, en el presente, existen los canales, las vías y mecanismos para que esos comandos vuelvan a existir y se desplieguen, cuando el nivel de la lucha de clases requiera, a favor de la clase dominante, acciones contrarrevolucionarias.