Una historia violenta
Este penúltimo trabajo de Javier Diment (La memoria del muerto, vista en el BAFICI 2012) combina documental y ficción para reconstruir la (pre)historia de los principales lìderes de la Triple A, organismo paraestatal responsable de cientos de muertes (como las de Rodolfo Ortega Peña, Silvio Frondizi y el padre Carlos Mujica) y miles de actos de violencia contra los militantes del campo popular en el perìodo previo al golpe militar de 1976.
En tèrminos de investigaciòn -contò con el aporte de gente valiosa como Ricardo Ragendorfer y Nicanor Loreti-, la propuesta es más que sólida e incluye no pocos hallazgos (como el testimonio de la viuda de Eduardo Almirón Sena, uno de los jerarcas de las AAA, todo un exponente de aquella locura y de la insólita capacidad de negación de un ser humano) y una multiplicidad de capas, historias y puntos de vista.
No me convenció, en cambio (admito que casi nunca me convencen), las escenas de ficción que intentan transportarnos a aquellos años de violencia desatada. En plan film-noir, Diment muestra las torturas, los asesinatos y las traiciones internas, pero allí no reside el fuerte de la película.
Los pasajes de mayor potencia e intensidad se consiguen cuando los protagonistas de aquellos tiempos o los investigadores de este tema (como Marcelo Larraquy) aportan detalles, datos, anécdotas no demasiado conocidas sobre López Rega y su entorno, la burocracia sindical y los ex policías que integraron la Triple A, elementos que nos permiten dimensionar el grado de locura, fanatismo, impunidad y odio que guiaron su accionar. Un film duro, impiiadoso, desgarrador, riguroso y, sí, necesario.