Parásitos viene de la mano de Bong Joon Ho, un tipo con muchísimo talento al cual no le gustan los encasillamientos. Hizo fantasía (Okja), kaiju eiga (The Host) y ciencia ficción (Snowpiercer), película última con la cual Parasite tiene puntos temáticos en común. A Bong Joon Ho le encanta hablar de la lucha de clases en escenarios excéntricos – en un caso, los obreros de mantenimiento de un gigantesco tren, único medio de supervivencia en una devastada tierra post apocalíptica, los cuales se rebelan contra los ricachones que viven con todas las comodidades en primera clase; acá, con una familia de vividores y embaucadores que están en la miseria y que se anotan como los sirvientes de una familia surcoreana acomodada, diciendo mentiras de todo tipo para que los contraten y actuando como si no fueran de la misma familia – y acá tiene un argumento para esgrimir sobre las diferencias sociales en la actual Corea del Sur. Para Bong Joon Ho los pobres son supervivientes que rascan la olla y subsisten gracias al engaño, y los ricos son una clase de gente superficial que compra la honestidad de la gente por los títulos que poseen (la chapa) antes de corroborar si son ciertos. Aprovechando semejante dejo de ingenuidad, la familia Kim (encabezada por el pirata Kang-ho Song, vago, mentiroso y vividor) arma un engaño: el hijo mayor Ki-Woo (Woo-Sik Choi) encuentra un trabajo en una familia adinerada, una recomendación dada por un amigo universitario para que le enseñe inglés a la hija de los Park, una adolescente calenturrienta que no duda un segundo en enamorarse de su mentor. Al conocer la superficialidad de la dueña de casa (Yeo Jong-yo), decide recomendarle una profesora de arte para su travieso pibe, el cual hace unos dibujos horribles a los que todos tildan de obra maestra. Así acomoda a su hermana (So-Dam Park) como una amiga especialista en el tema (con títulos falsos elaborados por ella misma en el Photoshop de un cibercafé!), y comienzan una larga, silenciosa y sutil tarea de infiltración metiendo a su padre como chofer y a su madre como ama de llaves. Claro, semejante operación se cobra sus víctimas – el anterior chofer, al que le pusieron una trampa para que parezca que tiene relaciones en el coche del patrón; la antigua ama de llaves, a la cual le simulan una tuberculosis terminal sin muchos miramientos -, lo cual genera un karma que tarde o temprano será cobrado. Y de ese modo se convierten en los parásitos del título, viviendo a expensas del arquitecto y su disfuncional familia, usando identidades falsas y títulos inventados.
Al principio Parásitos funciona como una deliciosa comedia negra. Estos vagos y atorrantes montaron una de Misión Imposible para hacerse con unos empleos bien pagos para los cuales obviamente no están capacitados. Cuando los dueños no están, aprovechan para devorar los costosos manjares y las buenas bebidas de la casa, amén de sondear los diarios íntimos de los Park para conocer mejor a su víctima y así timarlos mejor.
Pero es allí donde Parasite pega un salto y se transforma en una montaña rusa, comenzando a saltar de un genero a otro con una facilidad pasmosa y sin que el espectador sepa muy bien como diantres se va resolver todo esto. Porque en la noche de parranda los tipos descubren un compartimiento secreto en la cocina, y un hallazgo con el cual no deberían haberse topado. Imposible revelar mas sin arruinar las sorpresas que Bong Joon Ho le tiene reservadas a la platea. Lo que puedo decir es que el filme se bandea hacia el thriller, el drama y la tragedia – mientras sigue metiendo chistes negrísimos – con una facilidad pasmosa.
Aún cuando sean unos rufianes, es difícil no sentir empatía por los Kim. Son tipos que miden el peso, manguean WiFi gratis y viven en condiciones deplorables haciendo trabajos que nadie querría – como plegar miles de cajas de pizza por día para juntar unos billetes -. El plan que se les ocurre es tan supremo como ridículo, y solo funciona por la credulidad de la gente rica. Pero a su vez los ricos no caen bajo una buena óptica ya que se los ve despreciativos y manipuladores – no la simplona ama de casa sino el arquitecto Park, el cual puede detectar a los pobres por el olor de su ropa -. Y la revelación de la cocina demuestra de que los Kim no son los únicos que trazaron un plan semejante para subsistir a costillas del arquitecto y su pedante familia. En todo caso es una comedia sobre las miserias de la condición humana – el mantener el trabajo bien pagado y los beneficios que conlleva impulsan a los Kim hasta al crimen; los ricos no captan a sus empleados como personas sino como herramientas para satisfacer sus caprichos y desestiman sus necesidades -, lo que termina en una batalla entre las clases que se suponía eran simbióticas. Hay un trueno en el paraíso y el equilibrio de antes jamás podrá ser restaurado.
Parasite es un dechado de originalidad por donde se la mire. Las perfomances son excelentes, pero el timing cómico y las ocurrencias de Bong Joon Ho lo son todo. Es un número puesto para el Oscar ya que nunca vi una película así; y si se lo niegan, será otro de esos robos a los que nos tiene acostumbrado la Academia.