En una casi perfecta analogía con la temática que trata, el film surcoreano del director Bong Joon-ho se instalo en Hollywood haciendo historia con un éxito sin precedentes en las ceremonias de premiación de Hollywood. Ganador de la Palma de Oro en Cannes, lleva ganado casi US$140 millones en taquilla a nivel mundial, se a mantenido por 18 semanas seguidas en exhibición en Los Ángeles, en los Globo de Oro se alzó con la estatuilla a mejor película de habla no inglesa y fue nominada en otras dos categorías. Se convirtió en la primera película de habla no inglesa en ganar el premio más importante de los que entrega el Sindicato de Actores de Estados Unidos y recibió seis nominaciones a los premios Oscar, incluida mejor película.
Pero a diferencia de sus protagonistas el film goza de sobrados fundamentos para merecer el éxito.Bong Joon-ho construye un sagaz y demoledor relato con una critica social y jugando con el modelo de familia tradicional en lo que parece ser un perverso juego de reflejos que deviene en una divertida sátira social.Y no se limita a abordar un sólo género sino que combina a la perfección y en su justa medida el humor negro, el drama, suspenso y hasta por momentos se permite jugar con el terror.
Parasite tiene como protagonista a una familia acostumbrada a malvivir en un sótano a base de micro trabajos temporales y precarios cuya suerte cambia cuando el hijo sustituye a un amigo como profesor particular de inglés de una niña de familia rica. A partir de allí la familia pobre planifica y comienza un proceso de infiltración y conquista en el que los distintos miembros familiares irán asumiendo posiciones de servicio dentro de la mansión de los ricos hasta hacerse cada vez más imprescindibles para sus dueños.
La escena inicial en la que la familia en el sótano se paraliza ante la imposibilidad de seguir robando una señal wifi a la vecina y desviviéndose en busca de otra señal con acceso a Internet, describe con gracia y pena, a la vez, y con un poder de síntesis espeluznante estos Parásitos que componen el primer eslabón de una cadena por la cual continuaran con otros huéspedes.
Vulgares y oportunistas, pero astutos, los Parásitos operan a plena vista y fingiendo compasión por sus víctimas, explotando los miedos, inseguridades y aspiraciones de unos patrones esnobs y condescendientes incapaces de realizar alguna tarea del hogar ni educar a sus hijos. Pero la simbiosis comienza con la coexistencia de clases que se explota mutuamente, invadiendo tanto la intimidad como la propiedad privada de los ricos hasta que descubren algo que volverá a cambiar sus planes.
Bong hace una puesta en escena de la desigualdad social y casi todas las secuencias de Parasite trasladan estos conceptos al plano de lo visual -La misma lluvia torrencial que los Park contemplan desde su sala como si fuera un espectáculo, inunda el sótano de los Kim-, y muy pocas veces la verbaliza -Como cuando el millonario Park dice que no soporta a los empleados que “cruzan la línea” o la referencia a ese preciso e insoportable olor de pobre.-.
Pese al absurdo de algunas escenas y en el que entra la historia sobre todo hacia el desenlace, Bong construye la trama partiendo de un guión arquitectónico, planificando al milímetro la perversa escalada de acontecimientos y un recorrido vertiginoso de géneros, tonos y referencias a otras películas, incluidas las del director, que genera sorpresas, diversión y reflexión.
Pero fundamentalmente Bong cimienta la verosimilitud del relato en sus personajes, no idealizando ni satanizando a ninguno y creando distancia emocional entre los personajes y el espectador.Gran trabajo actoral para quienes tienen que interpretar a estos personajes que habitan en una zona gris, compuesta por adorables pero insaciables Parásitos, y mezquinos pero amables y condescendientes huéspedes.
Incómodamente divertida Parasite es una verdadera joya, que sin dejar de lado el entretenimiento e incluso por momentos inquietante, entrega una verdadera critica social sin aburridas ni pretenciosas lecciones, pero que dejan la reflexión en el espectador y seguramente entrará en la historia del Oscar.