Parasite

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Impactante y genialmente elaborada, “Parásitos” es una sátira muy llamativa y crítica con la división de clases. Frenética, brillante e inclasificable, se enmarca dentro de los cánones de la comedia oscura de atípica resolución, con una mordaz crítica hacia la clase de géneros. Es la deslumbrante sátira social dramática que cobra pertinencia social, aspecto que no sorprende: Bong Joon Ho siempre se ha caracterizado por el humor negro, por mixturar géneros y por rizar las historias con giros atípicos y personajes conducidos irremediablemente al extremo.

El director surcoreano vuelve luego de su éxito con “Okja” (ya disponible a través de Netflix) con una comedia retorcida donde hay espacio para el thriller, el drama familiar y la crítica social. Este director de cine y guionista surcoreano que se distinguió por trabajos como “Memories Of Murder” (un drama criminal real de 2003), el film de monstruos que también escondía una fábula social “The Host” (2006) y la película de acción y ciencia ficción “Snowpiercer” (2013) se consagra obteniendo el Oscar al Mejor Director y al Mejor Guión, también obteniendo los galardones de Mejor Película y Película Internacional. Un hito nunca antes logrado por una película extranjera, si bien previamente films de lengua no inglesa habían estado nominados en ambas categorías como “La Gran Ilusión” (Jean Renoir, 1938) y “Roma” (Alfonso Cuarón, 2018).

“En “Parásitos”, dentro de un tono burlón, hay una intención por exponer aspectos incómodos de la nación surcoreana, como la notable diferencia de clases y el miedo constante a su vecino país de Corea del Norte. Se trata de una película sumamente pertinente; no solo por el mensaje ideológico que porta, sino por la cuidada utilización de la puesta en escena, el trabajo de planos y la simétrica arquitectura de sus decorados en su minuciosa recreación, aspectos que nos hablan a las claras de que Bong Joon Ho es un purista del lenguaje cinematográfico. Observamos una buena conjunción entre contenido cinematográfico y metáfora social y política. Como mencionado anteriormente, el director es muy hábil y versátil para trabajar diferentes registros genéricos, fluctuando desde la comedia sarcástica al drama desgarrador.

“Parásitos” es impactante, es incómoda, es impredecible. Sabe cómo indagar un abanico de sensaciones en su público y crear atmósferas que, tanto en esta película como en sus films anteriores, son un pasaporte a pensar alguna cuestión social que elípticamente será cuestionada. Pensemos en la citada “The Host”, quizás su más paradigmática obra hasta el momento de estrenada esta reciente y oscarizada película. Su nueva criatura audiovisual nos habla de un momento político que se puede extrapolar en variadas situaciones del presente, viendo espejado su impacto también en nuestra coyuntura social latinoamericana y el abismo existente entre clases sociales, aún reconociendo distancias culturales, diferentes arquetipos e idiosincrasias con aquellas latitudes. Por otra parte, podemos encontrar una analogía con los enfrentamientos entre Corea del Norte y Corea del Sur y esta especie de invasión ‘vampírica’ que acontece en la película.

También, el film celebra el hito que representa una evidente apertura ideológica de Hollywood a reconocer este tipo de propuestas en pos de una mirada menos conservadora a la de antaño. Se puede analizar también por qué impactó tanto en la industria americana y se convirtió en la primera película extranjera en ganar en su categoría y también como mejor película. Y que lo haya hecho una película oriental no resulta un dato menor. Bong Joon Ho conquista el cine de Occidente con esta gesta, cuyo mensaje ideológico no eclipsa el valor cinematográfico que intrínsecamente posee la obra. Esta virtud no nos priva de la subjetivización de toda mirada, valor intrínseco que debe conservar todo ejercicio audiovisual.

“Parásitos”, lejos de todo absolutismo, no subestima al espectador y su inteligencia para crear su propio juicio. El mensaje de actualidad social que provee como móvil otorga profundidad y relevancia a una película (como síntoma de un momento histórico en donde nos replanteamos como sociedad antiguos valores impuestos), cuyo uso del lenguaje cinematográfico es utilizado como motor y potenciador de una narrativa que se abrirá a múltiples sentidos. Reflexionando sobre la verdadera naturaleza del intruso social, este éxito coreano resguarda ese vital espacio de libertad en donde el espectador pueda bucear, a través de los entresijos de una expresión artística y extraer sus propias conclusiones.