En carne propia
Cruda representación de una etapa nefasta de la Argentina
En tren de llevar adelante una revisión de los hechos y las consecuencias de la despiadada represión desplegada en nuestro país a partir del año 1974, Pasaje de vida logra una cruda, contundente y movilizante representación de una etapa nefasta de nuestra historia. Pero lo más notable de este film de Diego Corsini es su encendida verosimilitud. Cada escenario, cada detalle, cada gesto o actitud de los personajes principales guardan una correspondencia, una analogía cabal con la época a la cual están recreando.
Corsini venía de Solos en la ciudad, una ópera prima aceptable, en un género muy diferente. Aquí, la búsqueda expresiva es mucho más comprometida y el cineasta se muestra a la altura del desafío. Fundamentalmente, en términos de indagación emocional, ya que el director focaliza, tanto en el pasado como en el presente, en que lo que está contando tenga un eco en las fibras profundas del espectador, más que nada en aquellos que han padecido la dictadura en carne propia. Los ideales revolucionarios, el activismo político, la lucha armada, la situación social, el exilio en esos duros años están presentes en cada fotograma, aun los que transcurren en la actualidad. Porque Pasaje de vida alterna su trama entre la Argentina y España y a la vez, entre el pasado y el presente, alcanzando –pese a esta constante dualidad argumental– una narración fluida, accesible y atrayente. A diferencia de otros films que han reflejado esta etapa, este caso aborda momentos previos al golpe de la junta militar del ’76, más precisamente el accionar de la Triple A, no nombrada pero perturbadoramente presente. En esto, el film guarda vínculos con El secreto de sus ojos, pero también asoman ecos de Infancia clandestina.
El elenco completa los altos valores de esta película nacional, arrancando con un Miguel Ángel Solá excepcional y magníficas tareas de Marco Antonio Caponi, Carla Quevedo, Charo López y un Chino Darín en ascenso.