El punto de vista que faltaba
Diego Corsini (Solos en la Ciudad) posa su mirada en los sobrevivientes de la pre dictadura militar de 1976 en Pasaje de vida (2015), homenaje a sus padres articulado con el momento histórico que les tocó vivir en su juventud. Desde ese lugar, narra las operaciones estratégicas del accionar de un grupo de jóvenes que milita para la agrupación montoneros en la década del setenta.
Hace no mucho Benjamín Ávila exponía una visión novedosa sobre los aconteceres de la última dictadura militar con Infancia Clandestina (2012), en donde, a través de la mirada del niño protagonista se trata de comprender la complejidad de lo sucedido. El niño sigue siendo una víctima para la historia, contrario a lo que sucede en Pasaje de vida que se posiciona en los propios militantes.
La película se divide en dos tiempos: presente y pasado. En el diálogo entre uno y otro aparece un adulto Miguel (Miguel Ángel Solá) envejecido y con la memoria deteriorada. Su hijo Mario (Javier Godino), el niño ya mayor, lo interroga tratando de reconstruir su propia identidad. Embarcado en ese viaje vamos al pasado con un Miguel joven (Chino Darín) conociendo a Diana (Carla Quevedo), su madre, en medio del accionar revolucionario.
La memoria se problematiza en toda la película. Palabras como “tiempo”, “pasado” y “complejo” se mencionan en varios momentos. Más allá de la dialéctica pasado-presente, el mayor logro del film es reconocer los distintos matices de lo ocurrido en los años setenta. La estructura funciona, ambas historias se complementan y van creciendo sucesivamente.
A esto se suma un elenco de lujo que aporta seriedad a la propuesta, y del mismo modo una impecable factura técnica (fotografía y montaje por ejemplo), con la reconstrucción de época que, si bien en algunos lapsos se abusa de la moda estilo “vintage”, logra zambullirnos en el período rememorado.
Corsini no construye la historia entre víctimas y victimarios, no explora las causas histórico sociales que justifiquen lo sucedido (de ahí su estructura genérica: el thriller), sino que se centra en sus personajes en medio de la acción revolucionaria, sin nunca idealizarlos para humanizarlos frente a un panorama social complejo. Tratado de manera delicada y con la sensibilidad del caso, los diálogos y alguna que otra metáfora (la del ganado sacrificado por ejemplo) refuerzan el abordaje puntilloso de un tema suceptible.
El valor de Pasaje de vida está en el riesgo asumido al plantear una visión no transitada acerca de los conflictivos años setenta, que se presenta como un tema aún tabú para la sociedad argentina, con las complejidades mencionadas y el trabajo constante sobre el pasado para entender mejor nuestro presente.