Juventud clandestina
“No me gusta el mate. Es amargo, como la Argentina.” Tal el leitmotif de Mario, que le ha servido siempre para mantener una distancia con sus orígenes y con su historia. Hasta que la embolia de Miguel, su padre, quien parece haber retornado al pasado, le afloja alguna coraza y lo impele a investigar aquello que ha negado durante unos 40 años.
La película de Diego Corsini avanza en dos tiempos, el actual en España, adonde los envió el exilio, y el pasado en la Argentina. Son los últimos tiempos del gobierno de Isabel Martínez de Perón, el momento de pasaje de los Montoneros de la militancia gremial y estudiantil a la lucha armada. Y de la brutal contraofensiva oficial. Con ello, constituye también el momento del pasaje a la clandestinidad. Pasaje hubiera sido su título ideal.
Se trata de un film que aborda nuestra historia reciente con respeto y cierta distancia, la que necesitó Corsini para tratar una trama que algo tiene que ver con la de su propia familia, aunque se permita ciertas libertades creativas. Los tiempos del pasado están filmados con una fotografía de tonalidad más baja, con impecable recreación de época y ambiente en la parte artística, mientras el presente es más luminoso, de paleta más alta y colores saturados. Si las escenas del pasado logran una tensión y suspenso sobre todo en los momentos de acción, Corsini agrega una subtrama romántica en el presente, que poco se relaciona con la historia y la ablanda dispersivamente (se supone viene a poner una nota de esperanza en el futuro).
El elenco es profuso y actúa ajustadamente: Miguel Ángel Solá hace su reaparición en esta historia argentino-hispánica -como él, y también como el director- en su representación del Mario adulto, y Chino Darín lo encarna en su juventud con solvencia. No parece acertada la elección de Charo López como Gloria, otra argentina sobreviviente que tras cuarenta años en España ha perdido todo su acento originario al hablar, y hace esfuerzos para usar el vos, o para tomar mate. Carla Quevedo es la burguesa contestataria, como fueron tantas, aunque su personaje parezca estereotipado, congelado.
El film desatará polémicas, como en su momento las generó Infancia clandestina, sobre el accionar de los grupos clandestinos, sobre las confabulaciones y arbitrariedades de los dueños del poder, que llegan a la traición familiar. Se discutirá la posición de los hijos, que han desarrollado una mirada hipercrítica hacia la militancia de sus padres, que la película acentúa en su uso de la luz y el color. Resulta algo inverosímil la ignorancia en la que eligió vivir Mario, la nueva generación, aunque sabemos que esto también sucede.