Mezclando el thriller político con el drama familiar, Pasaje de Vida arma un eficaz relato sobre la identidad y la memoria.
Cicatrices del pasado
Durante el período comprendido entre 1976 y 1983, Argentina vivió uno de sus momentos más oscuros con el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Desde su caída, esta dictadura militar inspiró un sinnúmero de películas que retrataban los sucesos vividos en el país, abordándolos de manera directa o a través de sus secuelas en el tiempo, y el impacto en la vida de quienes realmente la padecieron. Pasaje de Vida intenta ser un poco de ambas cosas. Por un lado tenemos un thriller político centrado la vida y la lucha de una joven pareja de Montoneros. Y por el otro un drama familiar, la historia de un hijo intentando rearmar los lazos que lo unen con su progenitor.
Cuando Mario (Javier Godino) asiste a un hospital de España a ver a su padre Miguel (Miguel Ángel Solá) estos apenas tenían una relación. Pero ahora que la enfermedad neuronal que sufre parece haber vuelto más agresiva que nunca, Mario tendrá que acompañarlo en su casa para asistirlo. Miguel parece haberse quedado en el tiempo, preguntando por gente que ya no existe y un confuso pasando en Argentina, y particularmente repitiendo un solo nombre: Diana. Esto hará que inevitablemente Mario quiera saber más sobre el pasado de su padre y así poder resolver deudas pendientes sobre su propia identidad. Esta historia se irá entremezclando con los recuerdos Miguel (interpretado por Chino Darín en el pasado). De la época en la que los militares estaban en el poder y él recién comenzaba a dar sus primeros pasos dentro de la organización Montonera. Y de como allí se enamoró perdidamente de una chica: Diana.
La película está basada en una historia real, y uno puede deducir fácilmente que es hecho que toca de cerca a su director Diego Corsini. No solamente porque la película está dedicada a sus propios padres, también por el sentimiento que lleva detrás. Algo que se nota sobre todo en la trama que involucra a al hijo intentando reconectarse con su padre, y que está interpretada por Javier Godino y Miguel Ángel Solá en una de sus mejores versiones. Podríamos decir que por allí pasa el verdadero grueso de historia del film, ya que posee un arco argumental más definido.
Por otro lado, tenemos la trama que transcurre en el pasado y que involucra a Darín y Carla Quevedo. Esta se centra en el nacimiento de la relación entre ellos y su posterior romance ya como parte de la organización de izquierda. Y si bien cuenta con una buena labor de arte y continúa la linea de buenas interpretaciones que venía ofreciendo, le cuesta algo más de trabajo abrirse paso entre su historia. Especialmente en determinados momentos del segundo acto, que parecen renegarle a su cualidad de thriller y resuelve rápidamente situaciones que, en definitiva, son las que terminaban dándole esa identidad. Pero esto no termina de privar a la película de poder darse algunos lujos desde lo técnico, como un memorable plano secuencia durante una escena clave del film.
Conclusión
Pasaje de Vida funciona mejor cuando indaga en las heridas abiertas que dejó la dictadura militar, incluso en las generaciones que no la sufrieron en carne propia. Es también un thriller correcto, pero que a contramano de lo que uno podría imaginar se vuelve tediosa durante esos ratos que debería suceder todo lo contrario. Así y todo es una película recomendable, de buena factura técnica y actoral, con gran labor secundaria de Miguel Ángel Solá, Carla Quevedo en un papel diferente en el que da gusto ver y un Chino Darín en su mejor versión hasta ahora.