Desvelarse en el espacio es duro
De todos los subgéneros posibles de la ciencia ficción con viajes espaciales, el que se relaciona con romances cósmicos no suele ser el más interesante. Sin embargo esta "Pasajeros", por mas ñoña que sea, no está mal pensada del todo. Hay una nave de lujo destinada a poblar con cinco mil personas una colonia paradisíaca en otra galaxia. Como el viaje dura 120 años, todos viajan en estado de hibernación, pero un accidente que no debería ocurrir provoca que Chris Pratt despierte 90 años antes de lo previsto. Luego de deambular solo por la gigantesca nave charlando con un barman androide durante un año, como no aguanta la soledad se le ocurre la idea de despertar de su cámara de hibernación a una bonita compañera, nada menos que a Jennifer Lawrence. Así comienza una hermosa amistad que, por supuesto, incluye romance, hasta que la chica se entera de que su despertar no fue accidental.
Si bien la relación entre la pareja protagónica es un poco obvia, lo que hasta ese punto del film hace que las cosas funcionen es la brillante dirección artística y los efectos especiales de la nave espacial, una especie de crucero de lujo interestelar. Y lo que logra que la película no se pierda del todo en la ñoñería es una crisis en la nave que hace que todo tipo de desperfectos ocurran a la vez, poniendo en peligro al dúo estelar y a todos los miles de hibernados. Hay muy buenas escenas relacionadas con estos desperfectos, por ejemplo los problemas de estar nadando en una pileta cuando se descompone la gravedad artificial. Lamentablemente el centro del film es el romance telenovelesco hasta en su elemental y previsible desenlace.