Un paso atrás del realizador de “El Código Enigma”
Hay al menos dos maneras de juzgar “Pasajeros” (“Passengers”), la nueva obra del realizador de “El Código Enigma”. Para quien tenga medianas expectativas de pasar un momento entretenido, ideal para las vacaciones, ésta puede ser su película con el agregado de ver a la expresiva Jennifer Lawrence.
Pero si usted es más exigente y riguroso la recomendación es dejarla pasar en cine y verla más adelante o ahora mismo por vías menos “sanctas”, a las que este cronista no adhiere.
Los primeros minutos del film son interesantes dado el diseño de producción de una gran nave (Avalon), cuyos pasajeros han aceptado ser “hibernados” por 120 años para despertar luego de ese largo plazo al llegar a un planeta o satélite distante (Homestead II), con mejores condiciones ambientales que nuestra Tierra.
Claro que algo tiene que salir mal para que haya una trama que pueda ser interesante y de eso se trata. El ingeniero mecánico Jim (Chris Pratt), uno de los viajantes, despierta a los 30 años, vaya a saber por qué desperfecto que sólo lo afecta a él.
Esa primera parte es atractiva y le plantean al solitario pasajero un dilema ético ya que el único con quien puede dialogar es un simpático barman (Michael Sheen), cuya gran limitación es que es en verdad un robot desde la cintura para abajo.
Lo previsible ocurre, no resistiendo a la tentación de despertar a una de las acompañantes. Si algo se le debe reconocer a Jim es que no elige mal al seleccionar a la bella Aurora (Lawrence), sin que ésta sepa por qué se frustró el objetivo de su viaje, nueve décadas antes de la llegada a un lejano “paraíso”.
Hasta aquí tanto los exigentes como los que buscan un entretenimiento estarán igualmente conformes seguramente, pero una vez que se descubre el ardid sus expectativas comenzarán a divergir. La credibilidad de los primeros sufrirá sucesivas decepciones ya que la nave empezará a tener problemas, resultando difícil imaginar que pueda subsistir en el espacio. Habrá sólo una lograda escena en que en que la gran piscina que aloja la nave sea afectada por la repentina falta de gravedad arrastrando hacia arriba a la única bañista.
Pero el problema mayor, aparte de cierta inverosimilitud en la solución en los problemas digamos técnicos o mecánicos de Avalon, será la cuestión ética ligada a la decisión que en su momento tuvo Jim y que obviamente afectará a la inevitable (incluso desde el punto de vista “hollywodense”) pareja que se creó en el espacio.
El noruego Morten Tyldum se había hecho conocer sobre todo con la historia del británico Alan Turing (encarnado por Benedict Cumberbatch), pero ya “Cacería implacable”, su película anterior (la tercera) aún filmada en su país de origen mostraba potencial. Sin duda no regresará a su hogar natal pues Hollywood lo ha apropiado como ocurre con numerosos otros europeos.
De todos modos deberá afinar la puntería si quiere seguir siendo solicitado por el mercado más competitivo del mundo. “Pasajeros” no es para él el fin del mundo (valga el juego de palabras) pero apenas una advertencia de los riesgos de su trasplante a los Estados Unidos.