Pasajeros

Crítica de María Paula Putrueli - A Sala Llena

Un viaje a ninguna parte

El director Morten Tyldum, responsable de excelentes películas tales como Cacería Implacable (Hodejegerne, 2011) y El Código Enigma (The Imitation Game, 2014), aterriza en las pantallas con un film híbrido que oscila entre una propuesta de ciencia ficción y un drama romántico, sin lograr poder llevar a buen puerto ninguno de los géneros.

La premisa es sencilla, y su desenlace aumenta en un inverosímil de mediocres actuaciones, por parte de sus protagonistas; dejando una película vacía en contenido y en formato.

Si bien todo aquello que tiene que ver con el diseño artístico y estético sobresale, tal vez el único punto fuerte del film, gracias al extraordinario trabajo de fotografía del mexicano Rodrigo Prieto (Argo, Babel, El Lobo de Wall Street) y a logrados efectos visuales, no alcanza para lo que se espera de un director del talento de Tyldum.

La historia sucede en la nave espacial Avalon, donde viajan 258 tripulantes y 500 pasajeros, todos dormidos en suspensión criogénica, con el fin de despertar 120 años después y habitar un idílico planeta llamado Homestead II. Sin embargo, algo sale mal y uno de sus pasajeros, Jim Preston (Chris Pratt), despierta noventa años de lo establecido. Completamente solo, en una nave desierta, habitada solo por un barman androide interpretado por Michael Sheen (de lo mejor en reparto). Aquí es donde entra en juego la noción de un estudio sobre la soledad humana, las decisiones egoístas que pueden tomarse cuando nos sentimos desesperados y solitarios. Esto desemboca en el despertar de Aurora Lane (Jennifer Lawrence), una escritora de buena posición en busca de nuevas experiencias. Una bella durmiente -no será casual su nombre de pila-, despertada por un príncipe no del todo valiente.

Lo que sigue en el argumento encuentra a la pareja compartiendo momentos románticos, conociéndose, y tratando de encontrar una salida ante la situación de estar anclados en el tiempo y con una amenaza de peligro en camino. La presencia de la tecnología es tal que lleva a niveles irrisorios creer que semejante emprendimiento no cuente con ninguna asistencia, en el caso de alguna falla posible.

Completan el reparto Laurence Fishburne y Andy García, en papeles sin ninguna relevancia ni desafío para tremendos actores.

Un fallido intento, desperdiciando mucho talento en todos los rubros, para no contar absolutamente nada interesante.