Una buena idea desprovista de toda profundidad y pobremente ejecutada que apenas se sostiene por sus actuaciones y efectos especiales.
Uno de los géneros más populares y creativos de los últimos tiempos es la ciencia ficción. Más precisamente la que se dedica a sacarnos de los límites de nuestro planeta para explorar el inmenso e inabarcable universo que nos rodea. Algunas películas nos cuentan una historia de manual pero se destacan por su increíble impacto visual y artístico (Gravity, 2013), otras optan por centrarse en mostrarnos la desolación y soledad del hombre cuando se enfrenta al aislamiento vacío del cosmos (The Martian, 2015), también se puede meterle algo de épica a los viajes estelares con tramas más introspectivas (Interstellar, 2014) y las más celebradas usan el género sci-fi para hablar de otros temas más complejos como el lenguaje y el paso del tiempo (Arrival, 2016). Lamentablemente Pasajeros (Passengers, 2016) no logra ni intenta hacer nada de esto.
La película sigue al ingeniero mecánico Jim Preston (Chris Pratt) uno de los 5000 pasajeros que viajan a bordo del Avalon, un gigantesco crucero estelar que atraviesa la galaxia en camino a Homestead II, un planeta colonia donde los humanos planean instalarse —porque aparentemente los viajes por el universo y las colonias espaciales son un negocio redituable para la corporación dueña del Avalon— para escapar de una Tierra superpoblada o embarcarse en una aventura que cambie sus vidas. Como el viaje espacial demora unos 120 años, toda la tripulación y los pasajeros deben mantenerse en un estado de hibernación para no envejecer y morir durante la travesía. La acción comienza cuando la cápsula de sueño de Jim falla, faltando 90 años para llegar a destino. Sin forma de comunicarse con el planeta Tierra y sin poder reactivar su cápsula, Jim se encuentra completamente solo sin más compañía que la de un barman androide llamado Arthur (Michael Sheen).
Aquí nos encontramos con el primer error garrafal del film. Desde los primeros minutos barajan una trama de aislamiento y soledad en el espacio, materia prima con la que se han hecho grandes películas como Solaris (1972), Moon (2009) y WALL-E (2008) solo para nombrar unas pocas —además de The Martian y Gravity, mencionadas antes—, pero rápidamente es dejada de lado para centrarse en una historia más tradicional de romance espacial. Jim Preston se pasa un año completamente solo en una estación espacial gigante con todas las comodidades de un hotel de alta categoría. Sus posibilidades para matar el tiempo y distraerse de su desesperante situación son infinitas. La película toma nota de eso y lo aprovecha… en un montaje de 3 minutos. Pasajeros abusa del recurso de la elipsis para disfrazar lo vacío y superficial que es su guión. Esto da como resultado una narración poco fluida que por momentos se arrastra y después corre acelerada para compensar.
Segundo gran error: La forma en que integran al personaje de Jennifer Lawrence a la trama. J-Law encarna a una escritora neoyorquina llamada Aurora Lane, que también despierta con mucha anticipación y tras encariñarse con Jim inician un intenso romance espacial. Pratt y Lawrence demuestran mucha química juntos, son lindos, carismáticos, pero no alcanza. Su relación es blanda y salida de la nada. Tampoco ayuda que su tiempo juntos lo muestren resumido en otro montaje editado a las apuradas. Sin adentrarnos en el terreno de los spoilers, la verdadera razón por la que ambos están despiertos podría haber sido un interesante plot-twist que impulse un poco la trama en su segundo acto (el más débil), pero la película lo muestra en los primeros minutos, arruinando cualquier posibilidad de sorpresa y matando el interés del espectador.
Desde el costado técnico, Passengers tiene un muy cuidado diseño de producción y despliegue de efectos especiales. Cada rincón del Avalon está lleno de detalles y una bella estética de ciencia ficción. CGI correcto y bien logrado, buena fotografía. Chris Pratt es el verdadero protagonista de la película y aprovecha al máximo sus habilidades para el humor, aunque no puede contra un guión tan superficial. Jennifer Lawrence emula a la nave, actuando el piloto automático durante toda la película, aunque gracias a su talento pude salir bien parada con un personaje que tiene poco para hacer en la película. El androide interpretado por Michael Sheen termina siendo el personaje más interesante y entretenido del film.
Las principales fallas de Pasajeros están en el papel. Un guión repleto de agujeros que hace agua por todas partes, no aprovecha las virtudes de su premisa y elige apegarse a los clichés más vistos y desgastados que uno puede imaginar. Grandes actores, una buena idea y un enorme presupuesto desaprovechado en un proyecto superficial que a duras penas logra ser entretenido.