Un Buen Día… en el espacio.
La astronave Avalon está camino al planeta Homestead II. La misma cuenta con 258 tripulantes y 5000 pasajeros, todos ellos dormidos en suspension criogénica. El viaje de un punto al otro tomará 120 años, pero a mitad de camino dos pasajeros despiertan, casi un siglo antes de tiempo. En medio de la convivencia surge la pregunta inevitable: ¿existe una razón por la cual ellos despertaron?
El guión de Pasajeros oscila entre el tedio y la inverosimilitud. Durante una gran parte del metraje no vemos otro conflicto que el del protagonista lidiando con su soledad. Un recurso que el libreto, en vez de hacer a un lado al agotarse, se declina por repetir hasta el hartazgo. Los personajes que aparecen no tienen otra motivación de ser más que interactuar con el protagonista. Las charlas que hay entre los mismos son tan intrascendentes como repetitivas y predecibles. Sus motivaciones para embarcarse en semejante odisea tienen tal grado de debilidad, que son olvidadas en más de una oportunidad. Lo único cercano a un conflicto sólido y tangible se presenta recién en el tercer acto, y es pasada una lógica pero desilusionante explicación del porqué de la premisa de la película.
Pasajeros es un fallo rotundo, tanto temática como argumentalmente. El desarrollo temático es superficial, cuando no débil, y lo peor de todo, no tiene paralelismo o influencia sobre el desarrollo argumental. Es como si una mitad de la película la hubieran usado para el tema y la otra para la trama.
Siendo una superproducción de millones de dólares, por el costado técnico no hay mucho que criticar: Los efectos visuales, la fotografía y el diseño de producción están prolijos y responden a los cánones habituales del género. No obstante, en materia actuación tenemos que decir que Chris Pratt entrega una labor decente; sin mucho que criticar o admirar. Por otro lado, Jennifer Lawrence entrega a mi parecer la primera labor inverosímil y exagerada de su -también en mi opinión- otrora intachable carrera. Laurence Fishburne está en piloto automático y Andy Garcia directamente está de adorno. En este apartado, el único que verdaderamente destaca es Michael Sheen, en el papel de un barman androide.
Conclusión:
Si bien agraciada de ver en el aspecto visual, Pasajeros viene a demostrar que una idea, por sí sola, no basta. La ejecución lo es todo en la narración, y el guión de está película fracasa en todos los apartados imaginables; falla al aleccionar y al entretener. Si a esto le sumamos un apartado actoral endeble y desigual, el resultado final es un viaje al que le va a resultar complicado atraer pasajeros… del lado de la taquilla.