Pasada de moda
Un jubilado viudo que no tiene en qué usar su tiempo, y luego de haber gastado sus millas, practicar disciplinas varias y hasta aprendido a hablar chino, decide a sus setenta años anotarse como pasante en una empresa.
La empresa es una nueva y pujante punto com dedicada a vender ropa a mujeres que ya no salen a mirar vidrieras y quieren recibir directamente en sus casas aquello que ven en el monitor. En ese mundo de internet se encuentra ahora el veterano Ben (Robert de Niro), asignado como asistente de Jules (Anne Hathaway), la perfeccionista creadora del emprendimiento.
Muy pronto se le ven los hilos a esta historia, donde un hombre de empresa forjado en los setentas, de traje y corbata como parte de su humanidad, maletín y calculadora, debe integrarse a un universo de desaliñados jóvenes llenos de gadgets interconectados entre sí.
Pero todo es buena onda, aquí los personajes son buenos, educados, políticamente correctos. Si bien el tono meloso de la trama hace temer un golpe bajo al acecho, nada de eso sucede. Es apenas un relato edulcorado, parte de ese subsubsubgénero llamado "edificante".
El viejo Ben acompaña, aconseja, a sus nuevos compañeros, y especialmente a Jules, que necesita resolver cómo llevar adelante una empresa que se le empieza a ir de las manos. Un relato que empieza con buen ritmo, acaba siendo redundante, previsible, farragoso e interminable.
Con todos los ingredientes para hacer un filme atractivo, Nancy Neyers logra arruinarlo. Como con un postre que puede ser delicioso y acaba siendo empalagoso e indigesto.