De Niro es el jefe, aunque esta vez no
“La camisa siempre adentro”, aconseja Ben (Robert De Niro) a otro de los jóvenes pasantes en la empresa de moda que dirige Jules Ostin (Anne Hathaway), quien para ganar la aceptación de nuevos clientes ha tomado la iniciativa de abrir la convocatoria de personal con un criterio tan amplio que hasta admitieron gerontes. El choque generacional es el quid de la cuestión: notebook versus anotador; migrantes y nativos digitales disputando aptitudes en una película a la que le queda muy mal el título Pasante de moda. Encontramos más estilo, por ejemplo, en cualquiera de Sex and the city o venido al caso El diablo viste a la moda. Los protagónicos de peso están en sintonía con la realización de Nancy Meyers, que carga con éxitos en sus espaldas (como las comedias Juego de gemelas y Alguien tiene que ceder), y está acostumbrada a que actores de renombre no entren al set en piloto automático.
El híbrido comedia-drama es una historia que se la roba instantáneamente y hasta el final el carisma del jubilado Ben, quien luego de enviudar toma cada día como una apuesta por ganar. La pasantía en la empresa “About the Fit” se produce por casualidad, luego de probar suerte con el yoga, deportes y actividades de esparcimiento. Aunque es casi imposible imaginarse a Robert De Niro haciendo una fila en la ANSES o retirando medicamentos en el PAMI, aquí es un anciano simplón y metódico que a pesar de gozar de un (muy) buen pasar económico contempla la cotidianeidad como un abismo: salir de casa es obligatorio para él. En ese sentido representa con creces la tenacidad.
Los emprendimientos exitosos surgidos de Internet han encontrado su boom el último decenio: es una constante encontrar empresarios jóvenes a cargo de grandes firmas. Esto ha roto con el dogma que más años son directamente proporcionales a más capacidad operacional, aunque como anuncia el slogan de esta película, “la experiencia nunca envejece”. Los problemas del trabajo se trasladarán rápidamente a los de la vida privada de estos protagonistas que necesitan del otro para lograr cierta estabilidad emocional. Así buscarán emparentarse con muchas idas y vueltas.
El paso de empleado indeseable hasta confidente tiene muchas escalas y en algunas mesetas pasa de comedia a drama aburrido o predecible. La mujer como sostén del hogar es poco común en películas de Hollywood, la visión del film intenta transgredirla hasta que deja como moraleja a las féminas que, si es de esa manera, con el tiempo sus maridos las van a terminar engañando. Las actuaciones principales son buenas y la segunda línea de protagónicos es aún mejor, con nombres en el reparto como Rene Russo, Anders Holm, JoJo Kushner, Andrew Rannells y Zack Pearlman.
La ostentación cae en lugares tan comunes como improbables (¿es necesario andar en bicicleta en una oficina de un piso que es grande pero tampoco tanto?). Y sigue la cuenta: choferes, alta costura, autos caros, CEO´s, cervezas belgas y computadoras sponsoreadas. No son cosas que le pasen a cualquier hijo de vecino. En contra de la pluralidad que vende al principio la empresa no encontramos en el desarrollo de la historia ninguna persona que salga de esa esfera privada que ha constituido, sólo el nuevo pasante. Aunque en una breve visita a la fábrica vemos algunos negros que trabajan allí, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
El film es dulce y divertido, a veces cursi. La historia está bien contada, aunque con altibajos en el guión y usos indebidos de la música para rematar determinada escenas. De Niro y Hathaway son magnéticos y aunque no hayan hecho su mejor trabajo, uno le compraría un auto usado después de verlo. Pasante de moda deja a todos con una sonrisa, sin ser una película para alquilar balcones. O para alquilar un balcón y tirarse. No se esperen un romance entre ellos -como lo creí- por más que el afiche y el tráiler dejaban entrever algo de eso.