Una familia aparentemente bien constituida y la llegada de una estudiante de 18 años que puede llegar a desestabilizara las relaciones familiares.
En la primer secuencia del film el director se detiene unos minutos para mostrar los personajes de una familia norteamericana modelo que lucen sonrientes, habitan una bella casa y pretenden afirmar esa felicidad realizando una serie de fotos para un álbum en el jardín de su casa. Keith Reynolds (Guy Pearce, “Prometeo”) el padre de familia, es músico y lo único que puede hacer es dictar clases de piano en una escuela pública mientras continúa participando en distintas audiciones para formar parte de la orquesta sinfónica de Nueva York como violonchelista, ese es su mayor anhelo; su esposa, Megan Reynolds (Amy Ryan, “Desapareció una noche”), es simpática y se relaciona bien con los demás y su hija Lauren Reynolds (Mackenzie David, “Las novias de mis amigos”), deportista se dedica a la natación y tiene los problemas de cualquier adolescente.
Vamos descubriendo que Keith es callado, cariñoso, se encuentra inquieto y preocupado porque en breve tiene una audición que significa mucho para él y no logra la concentración en su casa. Su esposa participa en un programa de intercambio estudiantil donde recibe muy feliz a una joven, Sophie (Felicity Jones, "El Sorprendente Hombre Araña 2: La venganza de Electro") que viene desde Londres, es una talentosa pianista, y ellos la acogerán como un integrante más de la familia recibiéndola cordialmente.
Pero la llegada de esta nueva integrante a la casa traerá cierta inestabilidad, Sophie tiene dieciocho años, ojos grandes verdes, es bella e inteligente, atractiva y sensual, y hasta es el comentario de un amigo que se lo hace notar a Keith en un encuentro. Todo esto llega a despertar la inquietud en cualquier hombre que se encuentre en crisis como Keith quien no se encuentra pasando un buen momento sentimental, vive inmerso en la rutina y Sophie lo hace sentirse joven, le despierta el deseo sexual, ellos solo se miran intensamente y comparten los mismos gustos.
Y sin pensarlo llegan a soltarse y se animan a destrabar todo lo que venían reprimiendo, se tocan, se miran, se respiran, él siente reencontrarse con su juventud y ella con la madurez del maestro. Poseen una pasión tan desbordante que no miden las consecuencias aunque esto los lleve a la tragedia.
Todo se va transformando en una especie del thriller pasional y a través de la maravillosa fotografía de John Guleserian (“Cuestión de tiempo”), se van creando atmósferas y climas, envueltas en tonalidades, ambientes nostálgicos y cautivantes; todo se enfatiza con bellas melodías. Las interpretaciones de los distintos personajes son muy buenas y transmiten al espectador cada una de sus sensaciones, llegando a inquietar, cautivar, emocionar y hacerte vibrar