«LLEVO MUY ADENTRO CADA GOTA DE MI VIDA»
Podríamos decir que Manuel Roitman es el eje en cuestión en Paternal. Sin embargo, su estructura no es tan clara como para asegurarlo. El relato se vuelve una especie de rizoma en el que los temas van y vienen tomando importancia y luego desvaneciéndose. En este juego interesante que plantea la película corre el riesgo también de despegar a los espectadores ante temas muy específicos.
El film mezcla, como bien lo dice su protagonista, lo familiar y lo universal, lo social y lo religioso, que se conjuga en una experiencia humana. Roitman es el principal foco pero no por eso el único. Paternal va explorando los lugares que construyeron y construyen al personaje. En ese camino, muchos de los temas que relata se vuelven en algunos momentos tan protagonistas como el mismo Roitman. Es por eso que es fácil perderse en el medio del film, tratando de identificar para dónde se está apuntando.
Maradona, Messi y la religión judía son algunos de los tópicos que se trabajan desde sus dos facetas: lo terrenal y lo espiritual. Pero aunque algunos temas sean universales, hay otros muy específicos que dejan afuera a quienes no conocen tanto sobre eso.
El personaje de Roitman es bastante particular: cuando habla, se pueden observar una manera de razonar en la cual los detalles son sumamente importantes, aun cuando el seguir con esas aclaraciones lo hagan irse del tema por un rato. Uno puede entender que el estilo del film se basa en la forma de ser de este hombre. Es un riesgo que la película se atreve a asumir. Corre con el dilema de perder a aquellos espectadores que no tengan un interés tan vinculado con conocer al curador de los manuscritos del Mar Muerto.
Paternal es un film difícil de seguir. Es escurridizo. Mantiene un ritmo dinámico en el que se exploran diferentes lugares que fueron parte de la vida de Roitman. Pero también se deja su espacio para parar en cada uno de ellos a reflexionar y hacer una pausa sobre escenas cotidianas que se llevan a cabo allí.