Con “I” de indie.
Con más de una docena, entre ficción y documentales, de películas en su haber, Jim Jarmusch es uno de los directores emblemas que -sobre todo a partir de los años noventa- le lavaron la cara a la industria cinematográfica estadounidense, con películas fuera del ámbito hollywoodense y por ende mucha más libertad creativa.
Películas como Dawn by Law y El camino del Samurai son un símbolo del cine norteamericano independiente, que transmitían también esa estética depresiva que rodeó a la década.
Con el paso del tiempo, como suele suceder con todo, la industria se comió al producto independiente. Cuando ese tipo de cine se fue convirtiendo en moda, se acuñó otro término, “cine indie”, mucho más comercial (aunque disimuladamente) y menos transgresor.
Jarmusch venía esquivándole al cine “indie” –aunque algunas obras como Flores rotas ya lo mostraban golpeando la puerta de la industria– y con Paterson pareciera que finalmente abrazó el concepto.
El ciudadano ilustre:
Paterson es el título de la película, es el nombre del protagonista, el nombre de la ciudad en la que se desarrolla toda la acción, y el título de un libro de poemas del cual el protagonista es admirador. Paterson engloba todo.
Paterson (Adam Driver) es un joven colectivero que vive en la ciudad de Paterson, New Jersey, quien lleva una vida de lo más mundana. Tiene una novia con más proyectos a realizar que logros conseguidos, un bulldog que saca a pasear, es amigo del cantinero de un bar, y tiene el colectivo. Lo suyo es una rutina.
Lo único que lo evade de esa rutina es la afición por la poesía. Admira a William Carlos Williams, poeta autor de Paterson, un libro de poemas dedicado a la ciudad en la que Paterson vive.
Él mismo es un aficionado poeta. Cuando puede, saca su lapicera, su libreta en blanco, y escribe sobre lo que ve y oye. Paterson es un observador de Paterson.
Así Jarmusch arma una historia que no tiene mucho de historia, es mejor transcribirlo como la repetición de una rutina con personajes algo peculiares.
Particularmente, dentro de esos personajes peculiares se destaca Laura (Golshifteh Farahani), la novia de Paterson. Una mujer que lo adora, que quiere instalar un negocio particular de ventas de magdalenas… perdón, de muffins, y que tiene una obsesión con pintar todo de blanco y negro. La relación entre Laura y Paterson es lo mejor de la propuesta.
Destello y rutina:
Jarmusch intenta mostrar a un personaje común que internamente lucha por salir de esa monotonía, aunque no se note mucho su sufrimiento. Muestra el costado intelectual dentro de una vida mundana. Pero a diferencia de sus anteriores films, en Paterson los riesgos que toma son pocos.
El modo narrativo que escoge es bastante tradicional, con un ritmo lento, aunque más ágil que otras de sus propuestas, quizás las mejores. En sí, todas las elecciones estéticas son bastante tradicionales dentro de lo que suele ser su cine. Como si estuviese haciendo un film para que el público masivo entienda su cine ¿Jarmusch for Dummies?
Adam Driver es el intérprete ideal, su tono cansino, desganado, y el modo particular de gesticular se adaptan a la perfección con lo que la película propone. Golshifteh Farahani es una actriz dulce que dota a Laura de una luz particular, su interpretación hará que el personaje no resulte irritante es algunos tramos. Entre ambos actores hay química precisa, real.
Conclusión:
Paterson es una película que no cuenta mucho ni innova demasiado dentro del cine de Jim Jarmusch. Sin embargo, con su mecanismo a media máquina, le alcanza para ofrecer algunas sublecturas interesantes sobre un hombre que sirve como botón de muestra de una sociedad que oprime el costado más cultural e intelectual de sus habitantes.