Regresa Jim Jaramush. Creo que eso debería bastar para convocar a la cinefilia indie local a las salas sin dudar. La cosa es más o menos así: Paterson (Adam Drive) vive en la aburrida ciudad de Paterson (sí, así nomás). Es un colectivero regular de una línea urbana, se despierta solito, sin apelar a ninguna alarma (muestra de su autocontrol y responsabilidad) y vive con su mujer, Laura (Golshfteh Farahani), una exstencia en apariencia simple.
Hasta ahí, nada debería sorprendernos. Pero... El hombre es un artista silencioso. Escribe poesía. Y al parecer es muy buena. Aunque la cuestión es lateral, en apariencia, pronto descubriremos que esa inquietud que parece hasta trivial, es el real motor de su vida. Lo que percibe y cómo transforma lo que es conocimiento cotidiano, en una visión prodigiosa.
Todo lo que Paterson experimenta ofrece una perspectiva diferente, a la luz de su serena sagacidad. El film plantea de manera muy clara que todos podemos vivir una vida feliz, si prestamos atención a las pequeñas cosas y las valoramos en su justa dimensión.
Hace poco charlaba con un especialista de neurociencias, y él repetía esta cuestión de cómo nuestro cerebro está entrenado para problematizar y quedarse con las sensaciones negativas y riesgosas, legado de aquel instinto primitivo de supervivencia con la que se forjó nuestra especie humana. Este profesional me decía que el hombre tiene más pensamientos negativos que positivos a lo largo del día y que ese hecho, contaminaba su desarrollo personal hasta encarcelarlo, si no se dominaba la mente con esfuerzo.
Ustedes dirán... "y eso que tiene que ver con Paterson"? Mucho. El personaje de Adam Driver es un tipo sensible pero que tiene un gran poder para el goce de las pequeñas cosas. Es un protagónico revolucionario desde el punto de vista que no parece tener una vida exitosa, en términos de esta sociedad, pero lo es, en cuanto valora cada instante de su recorrido en este mundo.
Todo lo que es de día a día puede tener su belleza única. Si estás preparado para apreciarla en toda su totalidad. Jaramush nos invita a compartir una semana con este hombre y conocerlo en profundidad. Su relación de pareja, los instantes de luz que vive conduciendo el colectivo cada mañana, la cerveza tomada en el bar cada noche. Y su amor por la poesía.
Paterson anda con una libretita de aquí para allá donde registra todas sus vivencias y reflexiona sobre su impacto. Este seguidor de William Carlos WIlliams (el gran poeta) deslumbrará con segmentos sencillos, austeros, pero extremadamente bellos.
En si, Jaramush propone un film pequeño, dulce, muy tierno, sobre cómo la forma en que encaremos el mundo nos definirá el resultado que obtendremos. La didáctica del cineasta afirma, en esta pseudo tesis fílmica, que lo importante toma lugar todo el tiempo en nuestras vidas y debemos estar atento a lo que sucede, siempre. La magia de la vida está hasta en los actos cotidianos mas trillados, y en su exploración y valoración, encontramos la originalidad de cada momento, único e irrepetible.
Grandes interpretaciones, modestos rubros técnicos (me hubiese gustado una OST más colorida), y un film con el sello de un gran artista. Para los fans, es de visión obligada. Pero más aún para el espectador curioso que quiere adentrarse en una cinta distinta y silenciosamente potente. Muy recomendada.