Mottola trabaja el vínculo de amistad masculina puesto en crisis durante la movilidad de un viaje, y a sus protagonistas los pone a interactuar con toda clase de personajes.
Greg Mottola es uno de los directores más interesantes del cine norteamericano actual, pero es a la vez una rareza: no es de aquellos nombres que buscan la trascendencia a través de lo considerado “artístico”, ni es de los que perfilan en el mainstream con grandes tanques o films populares. Si bien ha transitado formatos populares, siempre ha sabido rodear el hueso y mostrar un punto de vista diferente. Mottola se moviliza en un universo donde la amistad es un valor fundamental, incluso mucho más que el amor de pareja. Y en Paul, el director logra hacer varios cruces con otros universos igual de interesantes: por un lado, lo que propone la dupla británica Simon Pegg y Nick Frost, que aquí no sólo protagonizan sino que además escriben; pero también la capacidad de Seth Rogen para construir un personaje adorable sólo con su voz.
Pegg y Frost son dos británicos en Estados Unidos, que van a la Comic-Con, una de esas ferias repletas de freaks, pero que luego deciden recorrer diversos puntos donde supuestamente se han realizado avistamientos alienígenas. Y es precisamente que en uno de estos lugares se cruzan con Paul, un marciano perdido en tierra norteamericana desde hace varias décadas y que busca desesperadamente la forma de volverse a su hogar. Como en Supercool, Mottola trabaja el vínculo de amistad masculina puesto en crisis durante la movilidad de un viaje, y a sus protagonistas los pone a interactuar con toda clase de personajes. Paul incorpora la road movie, la ciencia ficción paródica, la buddy movie, la sátira política, apuntando todos los dardos contra la política armamentista de los Estados Unidos y la pasión religiosa y violenta del sur norteamericano.
En Paul están todos los que tienen que estar: Jane Lynch, David Koechner, Seth Rogen, Jason Bateman, Bill Hader, Joe Lo Truglio, Kristen Wiig, y todos están perfectos. Mottola sabe cómo entrelazar personajes y cómo hacer esto en pleno movimiento. Si hay una característica en su cine (además de su habitual calidad), es la del crecimiento personal, la de la aventura que significa el pasaje a otra etapa de la vida. Lo interesante en Paul, y de ahí su carácter subversivo, es que mientras quiere decir una cosa por un lado respecto de la amistad y demás banalidades, las niega contundentemente por el otro. Y en eso tiene mucho que ver Paul, el marciano, creación irreverente que pone el universo patas para arriba. Además, en Paul la cinefilia de Mottola llega a niveles insospechados, introduciendo incluso chistes sobre Un milagro para Lorenzo.
La última película de Mottola va por diferentes carriles: la crítica a los Estados Unidos conservadores, la comedia de pareja despareja y la sátira al cine de ciencia ficción y aventuras, y por todos va acertadamente, a la vez que logra cruzarlos como esas rutas que atraviesan los protagonistas. Si bien es anterior, bien vale verla como una reversión de Súper 8. Junto al notable film de JJ Abrams resultan un gran homenaje al cine de los 80, entendiendo por homenaje no la copia textual, sino la recreación de un espíritu. Algo que está en el aire, y que Paul toma con total alegría. Si hay algo del film que vale la pena, precisamente, es la alegría que destila. No se ven películas tan libres como esta habitualmente. Mottola volvió a acertar.