La heteronormatividad del cuerpo a través de la mirada de Florencia Wehbe La directora de "Mañana tal vez" (2021) vuelve a trabajar sobre la adolescencia, los cambios y las relaciones personales, pero ahora lo hace a través de la mirada una joven que debe lidiar con un cuerpo que no encaja dentro de lo heteronormativo. La segunda película de la cordobesa Florencia Wehbe, Paula (2022), es una coming-of-age que se corre de todos los lugares comunes del género para retratar la historia de una adolescente, la Paula del título, sumida en un estado de ansiedad frente a la presión de tener un cuerpo con algunos kilos de más. Paula (Lucia Castro en una impecable actuación) está por cumplir los 15 años y ve como su cuerpo no es el que la sociedad pretende. En medio de una crisis personal comienza a probar dietas “milagrosas” que le harán perder 10 kilos en un mes, tomar pastillas para adelgazar, dejar de comer y hasta inducirse el vómito. Mientras tanto, pasa el rato con su grupo de amigas, intenta conquistar a su vecino y ve como sus padres están más preocupados por la proximidad del festejo que en lo que a ella le sucede. Wehbe retrata con una sensibilidad notable, y un naturalismo no muy común, la cara externa e interna de un personaje convulsionado, presionado por el afuera, pero también por el adentro, que se encuentra en una permanente lucha con sus demonios más profundos. La joven cineasta se aleja del drama meloso, en el que podría haber caído con facilidad, para construir un retrato social, certero y sin demagogia, por momentos alegre y luminoso, más allá de la oscuridad temática, de la heteronormatividad impuesta a través de mandatos sociales y familiares, donde a pesar del cambio de época, sigue tan arraigada en el inconsciente colectivo que cuesta erradicar.
Este jueves, tras un paso exitoso por Festivales, llega a los cines Paula, de Florencia Wehbe, directora oriunda de Córdoba que estrenó el año pasado su ópera prima, Mañana Tal Vez, y que se especializa en narrar pequeños relatos con personajes frágiles y a la vez de una gran fuerza. En este segundo largometraje, Wehbe seguirá de cerca a su personaje principal (la Paula del título, interpretada por Lucía Castro), una adolescente de sólo 14 años que deberá transitar un solitario camino en la búsqueda de la aceptación propia, y en donde la anorexia promete peligrosas soluciones, en una sociedad en la que los estereotipos de belleza femeninos resultan inalcanzables y el cuerpo hegemónico es el norte para todas. Las redes sociales y las soluciones instantáneas, peligrosos estímulos que el afuera proveen a la joven, son sólo algunos de los puntos interesantes sobre los que reflexiona esta propuesta. Wehbe analiza en cada escena, con una hábil puesta de cámara, los pormenores del día a día de Paula, quien se animará a tomar drásticas decisiones con el solo y frívolo objetivo de ponerse, por ejemplo, un vestido de la hermana para un evento que es trascendental para ella. Pero, ¿qué pasa cuando esas decisiones, desacertadas por cierto, comienzan a controlar las rutinas? ¿Cómo es que por más discursos de integración y tolerancia el afuera continua determinando los pasos de los jóvenes, dictaminando que el cuerpo hegemónico es lo que debe primar? Wehbe denuncia, pero no convierte su película en un panfleto, porque cuando Paula se libera de ataduras y comienza a descubrirse, también el foco la acompaña para revelarnos una coming of age luminosa con un personaje de armas tomar. El proyecto pasó por el Concurso de Desarrollo de Proyectos Raymundo Gleyzer en 2017 para luego encontrar su camino hacia la producción.
Después de su ópera prima «Mañana Tal Vez» (2020), la directora cordobesa Florencia Wehbe nos presenta «Paula», la cual retrata a una adolescente de 14 años que deberá transitar un solitario camino en busca de la aceptación propia. En una sociedad en la que los estereotipos femeninos de belleza resultan inalcanzables, la anorexia promete peligrosas soluciones para su vida. «Paula» es una película que ahonda en los problemas alimentarios desde un costado bastante sutil pero no por eso menos efectivo, fuerte o doloroso. Tal vez no nos enfrentemos a escenas donde el rechazo de los demás sea directo pero sí se plasman palabras o comentarios hirientes sobre la figura femenina que pueden resonar en la mente de una persona y generar consecuencias perturbadoras. Probablemente no sean con mala intención e incluso quieran ayudar a la protagonista a superarse, pero terminan provocando el efecto contrario. Acá podemos ver también los modelos de belleza que están instaurados en nuestra sociedad desde hace tiempo y la dificultad que existe para cambiarlos. Además, la historia se centra más en la mirada sobre uno mismo, los prejuicios y tratar de adaptarse a ciertos modelos que en el bullying. Lucía Castro está muy bien en su rol, retratando todos los estados por los que puede pasar una adolescente a partir de diferentes temas como el primer amor, la necesidad de pertenecer, los miedos, las inseguridades, y la búsqueda de aceptación. Su interpretación resulta carismática y podemos empatizar con ella. El resto del elenco la acompaña muy bien, tanto el grupo juvenil como quienes se ponen en la piel de la familia de Paula. Todas las interacciones se sienten naturales y creíbles, y con sus actitudes y comentarios provocan diferentes reacciones en la protagonista. La música, el vestuario y el maquillaje cumplen un rol muy importante dentro del film, creando el ambiente propicio para mostrar el mundo femenino actual, narrando las fiestas y las salidas de las chicas. Lo mismo ocurre con ciertos elementos que aparecen en pantalla para plasmar conversaciones o notificaciones de algunas aplicaciones. En síntesis, «Paula» es una película que logra plasmar el mundo femenino moderno y las problemáticas en torno al cuerpo desde un lugar mucho más sutil y sugerido que explícito y violento pero que consigue el mismo resultado: retratar los padecimientos adolescentes a partir de la percepción de uno mismo y de querer encajar en la sociedad. Un trabajo interesante detrás y delante de cámara.
"Paula", de Florencia Wehbe: adolescencia y mandatos estéticos. La directora evita transformar la historia en un drama con moraleja y se interesa más en la interacción entre los personajes, con un naturalismo que no es sencillo de construir. Paula está por cumplir 15 años, pero el deseo de tener la fiesta perfecta ya no está entre sus prioridades. Hay un tema que ha comenzado a ocupar su mente todo el día, todos los días: las calorías que consume, el peso, las formas de su cuerpo. Comienza un nuevo año de clases y el reencuentro con las amigas, pucho compartido de por medio, se ve abortado por el timbre de entrada. Las clases en la escuela religiosa son como siempre, algo aburridas pero nada grave. Ya en casa, el vestido de la hermana mayor –flaquita, a quien la ropa siempre le queda “llovida”, según sus palabras– se transforma en la prueba de fuego que marca el inicio de una nueva y dolorosa etapa. El traje con lentejuelas se estira pero no pasa, y el sonido inconfundible de una rasgadura detiene el proceso frente al espejo. La realizadora cordobesa Florencia Wehbe observa a Paula y a su grupo de amigas mientras la primera lidia con una problemática universal y recurrente: la obsesión por la delgadez, los mandatos del cuerpo ideal, la mirada de los otros y la propia. El segundo largometraje de Wehbe es la segunda película argentina en pocos años titulada Paula, pero no debe confundirse con el film homónimo de Eugenio Canevari estrenado en 2016. Esta Paula no sería la misma sin la participación de Lucía Castro en un papel que demanda ambigüedades y sutilezas: no es fácil ser una chica adolescente y tampoco es fácil interpretar a una. Sin estridencias –más allá de los lógicos gritos y encerronas en el cuarto después de una riña familiar–, su rostro transmite la ansiedad por esa balanza que no se digna a ofrecer un dígito más amable, oculta por la máscara de las risas ante una broma compartida o los brillitos del maquillaje obligatorios en las salidas nocturnas. A Paula, desde luego, le gusta un chico que no le da mucha bola, aunque en cierto momento el acercamiento se produce, precedido por un “Estás un poco más flaca, ¿no?”. Una red social específica para personas con problemas de peso y el consumo de pastillas para adelgazar se convierten en los secretos mejor guardados de la protagonista, cuya vida social cada vez más activa es reflejada en decenas de espejos –en el boliche, en el baño, en el cuarto, en el probador– y en la cámara para sacar selfies. El guión de Daniela De Francesco y la propia Wehbe esquiva las altisonancias y evita transformar la historia en un drama con moraleja, mucho menos en un cuento para prevenir a incautos ante el acecho de la anorexia y la bulimia. Tampoco señala con el dedo a culpables y villanos en una problemática compleja, de múltiples causas y efectos. Los temas están presentes, desde luego, y en un lugar central, pero afortunadamente a la realizadora parece interesarle más la interacción entre los personajes, entre las cinco integrantes del grupo de amigas, entre Paula y su hermana, su madre y su padre. Y lo hace con un naturalismo que no es sencillo de construir y un gran cariño por los personajes, sin crueldades ni reduciendo todo a arquetipos didácticos.
Para la protagonista de la película llegar al festejo de los 15 años no es una ilusión sino una tortura. No quiere probarse los vestidos que su madre elige ni participar de la fiesta que organiza.. Justamente su progenitora que es tan flaca y menuda como su hermana. O como sus amigas. Esa es la puerta de entrada que elige Florencia Wehbe para su película, además de ser la directora es la autora del guión, para desarrollar el drama de una adolescente cuyo cuerpo no concuerda con los modelos de una sociedad que venera los cuerpos magros como una virtud vital. Para Paula ese desencuentro con su imagen deriva en serios trastornos alimenticios de bulimia y anorexia. La inteligencia de la autora es meterse con gran sensibilidad en esos mundos adolescentes, en su camino de crecimiento a la adultez, en el descubrimiento de la pulsión sexual y en la crueldad de los modelos impuestos. “Estas más linda, bajaste de peso ¿no’” le dice su galancito seductor. La película nos sumerge con inteligencia emocional en la dinámica del grupo de amigas, con una verdad y una delicadeza conmovedoras. Cuenta con una actriz protagónica fantástica, Lucía Castro y un elenco cuidadosamente elegido.