Se estrenó la ópera prima de Eugenio Canevari que destacó en el ultimo Festival de Mar del Plata y en el de San Sebastian.
Heredera de lo mejor del nuevo cine argentino Paula enlaza, sin duda, con la terribilidad de La ciénaga de Martel y con la niñez aislada de Una semana solos de Murga: niños y adolescentes librados a sus suerte, expulsados de la mirada de los adultos, puestos a elegir entre jugar al sol y las difíciles decisiones de la vida. A la amenaza de las tormentas de Martel se le suma acá, otra más contemporánea la de los campos envenenados por la fumigación. A la vaca sacrificada en la ciénaga, el inexplicable sacrificio de la perra que mata a sus cachorros.
Todo eso tiene consecuencias silenciosas: Canevari elige no mostrar algunos rostros, como el de la mujer que practica abortos, el niño que cumple años o las mujeres que hablan de la moda de adoptar chicos.. Poniéndolos así, desde lo forma, en una equiparación simbólica, Paula la película, funciona como una bisagra entre aquellas clases sociales en decadencia económica de La ciénaga previo a la caída de De la Rua, y estas en decadencia moral de la segunda década del siglo XXI.
La larga escena de la fiesta de cumpleaños, tratada en planos cerrados, primeros planos y planos detalle con sus diálogos incompletos, sus fuera de focos, sus elipsis y fuera de campo, resulta el corazón donde la película resume las miserias de sus personajes y los tiempos de un relato donde la historia de la joven niñera que queda embarazada y junta dinero para practicarse un aborto, es apenas la excusa de un film que tiene pleno dominio de lo que quiere contar.