Con bajo perfil, un tono medido, ajustado y una puesta en escena controlada y con un sutil uso del sonido, PAULA es una película irreprochable desde un punto de vista formal. Es la historia de una niñera de los chicos de un gran caserón/campo que descubre que está embarazada –de un chico del barrio, casi seguramente, aunque se deja entrever que puede no ser así– y que trata de conseguir dinero para abortar sin lograrlo. Ni un adelanto de sus patrones, ni del huidizo padre. Así, la callada y mesurada Paula irá soportando una pequeña humillación tras otra mientras trata de ordenar su vida personal.
Al filme puede faltarle algún giro dramático o alguna situación que lo saque del tono medido y pausado que tiene a lo largo de su hora y poco más de metraje, pero eso no es necesariamente un problema. Mucho cine nacional ha funcionado a partir de sutiles cambios de tonos, pequeñas situaciones, giros dramáticos menores y minimalismo de principio a fin. Y el de Canevari lo hace. El problema, acaso, es que llega demasiado tarde a un “sistema” que el cine argentino viene practicando hace ya bastantes años.
A PAULA le pesa su similitud con LA CIENAGA –familia del interior de clase alta y veladamente racista con muchos hijos girando alrededor, una pileta y una mucama incómoda y fuera de lugar que trata de disimular su furia contenida– y con muchos otros filmes nacionales que circularon por zonas similares. En sí misma, es una película valiosa y respetable. Dentro de un ciclo determinado de cine nacional, llega demasiado tarde…