Detrás de la imagen social
Presentada en la sección Nuevos Directores del 63 Festival de San Sebastián, Paula (2015) es la ópera prima de Eugenio Canevari que ganó el premio En Construcción en la edición anterior del certamen español. Una historia de opresión femenina a partir de una adolescente que trabaja para una familia rural burguesa.
Tras ganar un premio por su cortometraje Gorila Baila en el 55º Festival de Sitges, el argentino Eugenio Canevari deja Barcelona, ciudad donde vive hace siete años, para retornar a su Buenos Aires natal a realizar su primer largometraje filmado en Pergamino.
La película transcurre en una familia burguesa rural de la Buenos Aires bonaerense. Planos parsimoniosos y largos silencios adquieren sentido ante las omisiones familiares y se transforman en tensión como en La ciénaga (2000) de Lucrecia Martel. Se muestran las indiferencias y carencias afectivas de los adultos hacia sus hijos en los vínculos que oscila un clima de opresión. La historia se centra en la chica del título, quien se encuentra en un aprieto al enterarse que está embarazada mientras lo oculta para no perder su trabajo (cuida a los hijos de la familia). En una suerte de desesperación silenciosa, busca en quién apoyarse sin encontrar respuestas a su alrededor para realizarse un aborto.
Paula es uno de los mejores retratos que se han realizado sobre la hipocresía familiar. Canevari se posiciona en las vicisitudes que experimenta la niña que no puede expresarse y a la vez debe absorber la presión de la familia para con un trabajo. La familia no sólo niega ayuda a la niña sino que tampoco asume su parte de responsabilidad en el tema. Cuestiones mostradas siempre con una sutilidad sorprendente en la película, evitando decir para sugerir y enriquecer así el relato en fuerza y tensión dramática.
La aparente calma y tranquilidad que la imagen del campo genera se contrasta con un clima en constante ebullición. El sonido y la fotografía son fundamentales a la hora de comunicar esa atmósfera latente. La naturalidad de los diálogos y la indiferencia de la familia son captadas con una veracidad angustiante en la película, sumados a la composición de planos con personajes de espaldas y fuera de encuadre que se resignifican en el tema transitado.
Canevari logra de esta forma hacer de los silencios, los tiempos dilatados y las omisiones una opresiva experiencia con dura crítica a la hipocresía de clase.