El terror puede servir como espejo social para poner en escena las fobias y obsesiones de una cultura en un momento determinado. Con Pearl, Ti West no solo toca en el corazón de la época -la necesidad de ser visto y reconocido por los demás- sino que también funciona como una reflexión sobre las consecuencias psicológicas del encierro y el aislamiento prolongados. La película parece la versión neurótica y perversa del Mago de Oz, un tour de force hacia los abismos de la razón de una chica con fantasías de fama y de grandeza.