Historia mínima de un despertar sexual
En un pueblito norteño, un chico que vive con su abuelo, al que ayuda a fabricar violines, no se atreve ni a hablarle a la chica que hace los repartos en el almacén. Ella está claramente loca por él, y por si quedaba alguna duda, el guión se ocupa de mostrar que tiene fantasías masturbatorias con el adolescente al que ve casi a diario y prácticamente sin hablar. Pero, como se observa desde el prólogo, hay un pasado que se interpone entre ellos.
Es una historia minima de despertar sexual adolescente enfrentado al pecado de los mayores. Tiene buenas actuaciones y algunas lindas imágenes, pero una narración morosa con el consiguiente ritmo lento no ayudan para nada.
Pepe Soriano pone toda la convicción y su enorme talento en la composición del abuelo golpeador, bruto y reaccionario, mientras que Carmelo Gómez tiene un papel ambiguo del que sale apenas bien parado. Los verdaderos protagonistas son el dúo de jóvenes Mariano Reynaga y Diana Gómez, enfrentando sin problemas algunas escenas románticas y -sobre todo ella-, eróticas. Pero la historia que es realmente pequeña nunca levanta vuelo y no termina de despertar mucho interés en el espectador debido a las debilidades narrativas que se notan muy especialmente en la primera media hora de una película tambien modesta en duración.
Lo mejor son las imágenes que registran con gusto algunos paisajes montañosos hay una escena romántica en una gruta que es de lo mejor de la película- y especialmente la climática música de Rudy Gnutti con algunos momentos grandiosos en guitarra española.