QUE SEA BLUES
Pegar la vuelta tiene el mérito de que, más allá de sus clichés visuales y una estructura narrativa un tanto confusa, transpira blues por cada uno de sus poros y define con solidez a la figura de María Luz Carballo. Por supuesto, esto no alcanza para ocultar las flaquezas de un documental al que ni el guión ni la dirección de Nacho Garassino parecen alcanzarle para redondear lo que el título anuncia como premisa, pero la calidez con la que Carballo rememora los momentos más intensos de su vida y un cuidado despliegue musical la hacen una experiencia movilizante.
El apellido no parece ser un elemento menor en el caso de los Carballo, una dinastía en la que varios de sus integrantes han tenido el don de la música, contando con nombres como Celeste Carballo como integrantes. Desde muy joven María Luz manifestó habilidad para desempeñarse en el blues, partiendo con sus jóvenes 19 años a demostrar sus dotes en Estados Unidos tras un amorío conflictivo con Pappo. El testimonio de Carballo rescata sin rodeos experiencias que ilustran sus pormenores hasta que finalmente logra consagrarse en los bares y clubes nocturnos de Chicago. Es la crudeza y la naturalidad de las anécdotas lo que hace que sigamos el relato con interés, yuxtapuesto por el testimonio de compañeros músicos, familiares y amigos que se complementan tan bien como la musicalización que atraviesa el film (obviamente, blues o algunos chispazos de gospel que ilustran un momento particular de su vida).
Los problemas comienzan a revelarse cuando los clichés visuales acercan al film más a una producción televisiva, con planos cortos y ángulos inexplicables que bombardean los recitales, más allá de los planos detalles que, se entienden, son obligación cuando vemos guitarristas ejecutando complicados solos o debatiendo sobre las virtudes de la Gibson o la Fender. Esta cercanía a trabajos que podemos ver en VH 1, MTV o cualquier señal televisiva no favorece el tono testimonial del film y se torna confuso por la forma en que está encarado. Otro inconveniente radica en el guión, porque narrativamente el film está anclado desde su título: Pegar la vuelta debería, se sobreentiende, focalizarse en algún momento en el proceso de vuelta de María Carballo. La cuestión es que hay segmentos en los que toma esta etapa pero no hay una transición demasiado marcada entre los fragmentos que narran sus vivencias en Nueva York y Chicago, sus experiencias antes de emigrar a Estados Unidos y, finalmente, el proceso de vuelta. Se trata de un relato caótico en el peor de los sentidos, llevando por momentos a que las virtudes que lo destacan se desdibujen.
El asunto es así: si les gusta la buena música es difícil que la pasen mal viendo Pegar la vuelta, pero la forma en que el film está estructurado y algunas elecciones visuales le quitan fuerza al vigor narrativo de los testimonios que María Luz Carballo entrega con notable naturalidad. Por suerte queda el blues.