Impiadosa mirada sobre los prejuicios
Si alguien nos contara que Pelo malo es "una película venezolana sobre una joven madre soltera, sin trabajo fijo, con un hijo de 9 años y un bebe, que vive en un decadente monobloc" muy probablemente el prejuicio nos llevaría a pensar en los peores males (patetismo, pintoresquismo, porno-miseria) del cine latinoamericano más rancio. Por suerte, nada de eso ocurre en este nuevo trabajo de Mariana Rondón (Postales de Leningrado). Este film multipremiado en festivales como los de San Sebastián y Mar del Plata va eludiendo a fuerza de talento, recato e inteligencia todas y cada una de las trampas en las que podría haber caído para erigirse como un film noble e implacable sobre el estado de las cosas en una Caracas que parece estar siempre al borde del estallido.
La película tiene a Junior (un notable Samuel Lange Zambrano) como el verdadero protagonista, un niño que -en medio de un contexto de múltiples carencias y desamparo emocional, y de las inseguridades, contradicciones y curiosidades propias de toda etapa de iniciación- está obsesionado con alisarse su "pelo malo" (enrulado) e imitar a sus cantantes favoritos, mientras su mamá (Samantha Castillo) trata de recuperar su trabajo como guardia de seguridad. La madre y su manipuladora abuela (Nelly Ramos) se disputan su tenencia y se preocupan del qué dirán porque lo notan demasiado "amanerado" y "afeminado" (la "desviación" sexual del pequeño debe ser reprimida y corregida).
Rondón es durísima en su retrato de una sociedad polarizada y fragmentada (la tensión, la hostilidad, la violencia contenida en la ciudad se perciben a cada instante), pero jamás cae en la denuncia desde la corrección política más obvia y escandalizada. Pelo malo es, sí, un film sobre los prejuicios y la intolerancia, sobre lo difícil que es construir una identidad desde las diferencias, pero la directora evita el trazo grueso, la frase altisonante o la bajada de línea y prefiere concentrarse en la violencia de la mirada, del gesto, en esos detalles aparentemente banales que luego adquieren una significación y un alcance insospechado.
En medio de una sociedad patriarcal (ante la ausencia de los hombres son las propias mujeres quienes se despojan de toda femineidad para repetir los comportamientos machistas y, así, la violencia doméstica pasa a estar completamente naturalizada), Pelo malo nos ofrece una mirada impiadosa, asfixiante por momentos, pero también cargada de humor y con una sensibilidad, un humanismo y un corazón enormes. Otra película latinoamericana para no dejar pasar.