Sin demasiadas luces
Los hermanos García Bogliano (nacidos en España, pero dos de los principales exponentes del cine de terror made in Argentina) han demostrado no sólo ser prolíficos (media docena de largometrajes desde 2005) sino también dueños de un gran profesionalismo que les ha permitido exportar su producción a todo el mundo.
Luego de Sudor frío -el primero de sus trabajos que tuvo un estreno comercial en la Argentina, con más de 85.000 espectadores en 2011-, regresan con Penumbra, un film impecable desde su factura técnica, pero que no consigue atrapar del todo con una historia que mixtura las desventuras de una empresaria española que intenta alquilar un departamento y los extremos rituales de una banda en medio de un eclipse total.
El cine de terror tiene la libertad de poder jugar con todo tipo de elementos, se puede arriesgar con pinceladas de humor negro y absurdo, pero su punto de partida, su concepto, requieren de un mínimo de credibilidad para generar cierta identificación por parte del espectador. Eso es lo que le falta al guión de Penumbra: la protagonista (Cristina Brondo) es insufrible (una yuppie controladora que odia a los argentinos), los largos enredos con los empleados de la inmobiliaria no sólo son inverosímiles sino directamente ridículos y algunos diálogos demasiado artificiales (recitados sin gracia ni fluidez por varios personajes secundarios) también le restan al resultado final.
El film arranca con una bellísima actriz colombiana que desaparece (literalmente) en la primera escena hasta casi el final y luego cuenta con pequeños papeles (algo más que cameos) por parte de figuras como Arnaldo André y Gustavo Garzón. En el medio, hay situaciones que se estiran mucho, que se repiten, hasta llegar a un climax con buenos efectos visuales y cierto impacto. El problema es que antes hay unos 60 minutos de escaso vuelo, sin demasiadas luces. Apenas en penumbra.