Sobre las desventuras de un dibujante rosarino
La vida mundana, la construcción y el sostenimiento del amor en clave de humor negro son algunas de las pautas que toma Santiago Mitre para la estructuración (si es que tan severa definición aplica) de la historia que busca narrar con Pequeña flor, producción que, tras su paso por la última edición del Bafici como película de apertura, llega ahora a las salas comerciales.
¿Dónde empieza la fantasía y dónde la realidad? Es una pregunta que ocasionalmente todos nos
hemos hecho alguna vez, en la noche de más febril imaginación, en los momentos más raros de la
vida. Ese es el guante que los personajes utilizan para recorrer en una París muy diferente, fuera de la idea turística que todos tenemos en la mente.
Daniel Hendler y Vimala Pons hacen una excelente pareja y, aunque parezca una obviedad, es la química una de las cuestiones más importantes en la elección de los integrantes de un elenco. El trío protagonista se completa con Melvil Poupaud, el excelente actor francés que juega las risueñas (y sangrientas) escenas con Hendler.
Adaptación de la novela de Iosi Havilio, Pequeña flor fue guionada por Mariano Llinás junto al propio director, quien permita que se haga presente todo lo que implica el recorrido de los diferentes géneros que atraviesan el film; y es el que hace que el relato funcione con las particularidades de las que se apropia.
Para el espectador en busca de una película novedosa y entretenida, Pequeña flor es una opción
perfecta a la hora de ir al encuentro de algo distinto y valioso en lo estético en el momento de
decidir una nueva cita con la pantalla grande.