Un matrimonio no tan normal.
Pequeña flor es una coproducción entre Argentina y Francia, que abrió la última edición del BAFICI. Está protagonizada por Daniel Hendler y dirigida por Santiago Mitre. Además de contar con un elenco de figuras de diferentes países, como la hindú Vimala Pons, el catalán Sergi López, y los franceses Melvil Poupaud y Françoise Lebrun, entre otros.
La historia, adaptada libremente de la novela homónima de Iosi Havilio, se centra en José (Hendler), un argentino que vive en Francia, y cuyo matrimonio entra en crisis cuando es su mujer quien sale a trabajar, mientras él se queda en su casa al cuidado de su hija. Pero accidentalmente descubre que cuando asesina a su vecino Jean-Claude, este no sólo revive al día siguiente, sino que mejora su relación conyugal, motivo por el que empieza a hacerlo de diversas maneras.
En primer lugar, es necesario aclarar que, si bien esta película aborda una temática completamente diferente al del resto de la obra de Santiago Mitre, mantiene el mismo problema en cuanto a su estilo narrativo. Que es el desorden que genera abarcar demasiados temas, con un resultado desparejo, en el que pueden apreciarse escenas geniales, como la del baile con el picahielo, que quedan descolgadas del resto de la trama en la que se desaprovechan una gran cantidad de ideas ingeniosas.
Un párrafo aparte merece Daniel Hendler, que una vez más interpreta a un antihéroe, que funciona como nuevo ejemplo de la clase de personaje en las que está encasillado desde el comienzo de su extensa carrera, y que atraviesa el mismo problema que su Ariel Perelman en Derecho de familia (Daniel Burman, 2006). Pero que su director saca provecho haciéndolo hablar tanto el castellano como el francés con acento porteño para mostrar el desarraigo que experimenta su personaje, y que lo diferencia de su antagonista Bruno Rodríguez (López), quien oculta su origen catalán en su verborragia con acento parisino.
En conclusión, Pequeña flor es una película que, al igual que tantas otras, cuenta una historia de crisis matrimonial. Pero se diferencia de la mayoría por la incorporación del humor negro y el realismo mágico en su trama desordenada, que no termina de aprovechar las buenas ideas, y se queda únicamente con algunos momentos felices desconectados del resto.