Hollywood no se resigna. Hollywood continúa persiguiendo la Quimera (no la de Chaplin por desgracia) de la “nueva franquicia” que pueda seguir haciendo millonario a más de uno. Así llega Percy Jackson y el Ladrón del Rayo, película que se basa en una novela de Rick Riordan en la cual Percy Jackson (interpretado por el gélido e inexpresivo Logan Lerman) descubre que es hijo del dios griego Poseidón y que existen adolescentes hijos de los dioses griegos que habitan en un campamento donde entrenan y desarrollan sus poderes.
El junto a Annabeth ( la bonita Alexandra Daddario) hija de Atenea y a su mejor amigo , el sátiro Grover (Brandon T. Jackson) van en busca del rayo robado , pelando con todo tipo de personajes mitológicos , e intentando evitar una guerra entre Poseidón y Zeus que desencadenaría en el fin del mundo. Toda la aventura es zonza y estupida , Percy no demuestra ningún tipo de emoción parece que le da lo mismo que muera la madre o que un minotauro lo pase por arriba , es asquerosamente asexuado y no tiene ningún tipo de impronta de héroe del cine de aventuras , en realidad la película no tiene ningún tipo de impronta , jamás la puesta en escena nos remite al cine de aventuras clásico , por el contrario , en Percy Jackson y el Ladrón del Rayo las cosas suceden porque si , casi sin explicación, aparecen y desaparecen personajes sin que sepamos absolutamente nada de ellos, casi un frenético zapping televisivo que navega entre géneros pero que nunca se ancla en ninguno.
Estamos siendo testigos de la influencia nefasta de Harry Potter, un cine digerible pero que cae mal por ser dietético, de única lectura y dicha a los gritos, sin ningún tipo de espesor en los personajes. ¿Quien elige a Pierce Brosnan, todo un lord, para ponerle la mitad del cuerpo de un caballo? ¿Quien elige a Rosario Dawson para una película donde no le vas a filmar el culo en primer plano? Si, en Percy Jackson y el Ladrón del Rayo no hay una sola buena decisión.