Basada en la novela Cornelia de Florencia Etcheves, Perdida es un policial puro, que sin embargo tiene un estilo propio y reconocible. Desde que empieza, nos sumerge en el mundo particular de sus protagonistas, un mundo tan bien diseñado y construido que cuesta salir de él hasta mucho después de abandonar la sala. El ambiente de tensión y suspenso que rodea el caso de Cornelia Villalba trasciende la pantalla para generar un vínculo con el espectador que no deja a nadie indiferente.
Manuela “Pipa” Pelari es la protagonista de esta historia, una comprometida policía encarnada por Luisana Lopilato en el papel más logrado de su carrera. La actriz le pone el cuerpo, la voz y el corazón a este personaje que se despega de todo lo que vimos de ella hasta ahora, para entregarnos una mujer absolutamente decidida y perseverante, que -como anuncia el tagline de la película- no va a dejar de buscar lo que quiere hasta las últimas consecuencias.
Pipa está obsesionada con el caso de Cornelia, su amiga de colegio secundario que desapareció en un viaje de estudios al sur del país catorce años atrás. A partir de ese momento, la vida de Pipa quedó marcada por este hecho, y todas sus decisiones giraron en torno a la resolución del misterio, desde hacerse policía hasta reabrir el caso a pedido de la madre de Cornelia. Aunque al principio parece que no hay nada que encontrar, la protagonista va descubriendo una red de trata de personas que de alguna manera está vinculada a la desaparición de su amiga.
Como en toda buena novela de misterio, las pistas están escondidas a plena vista, pero colocadas de una manera en que generan más preguntas que certezas. Narrada con un ritmo impecable, todo (desde el guión hasta el diseño de producción) funciona para crear un ambiente de tensión implacable y conmovedor, que rompe con muchos vicios del cine nacional. A pesar de caer en ciertos lugares comunes inevitables para el género, la temática es tan genuina que nos involucra con la historia y las motivaciones de cada uno de los personajes. Además, la belleza de las imágenes se nos queda instalada en la retina, con escenas filmadas en Buenos Aires, San Martín de los Andes y las Islas Canarias.
La española Amaia Salamanca se luce en el papel de la enigmática “sirena”, una mujer tan deslumbrante como fatal que se interpone en el camino de Pipa y constituye su carta más fuerte para encontrar a Cornelia. El resto del elenco acompaña muy bien y cada uno destaca en lo suyo, formando un conjunto que se sostiene con relaciones orgánicas y diálogos creíbles. Desde el compañero de Pipa, interpretado por Nicolás Furtado, hasta el mafioso compuesto por el peruano Carlos
Alcántara, pasando por la elección del elenco adolescente y el sorprendente debut actoral de Oriana Sabatini.
Perdida, en definitiva, puede considerarse entre lo mejor que ha dado nuestro cine reciente, lo que no es poco.