¿Dónde te has metido?
El policial quizás sea el género más transitado por el cine argentino junto con el drama, por lo menos en lo que a estructuras comerciales se refiere.
Perdida probablemente escriba unas nuevas líneas dentro de ese juego. La película basada en la novela Cornelia de la periodista Florencia Etcheves, y dirigida por Alejandro Montiel, hace una apuesta fuerte por capturar a un público adolescente. Tanto desde sus actores, como en su tratamiento.
No, esto no es David Fincher. No esperen ningún entramado complejo, ni personajes sórdidos capaces de ganarse tanto nuestra simpatía como antipatía. En Perdida las cosas son más simples, a la fórmula, por más vueltas de tuercas que se impriman.
Manuela Pelari es el personaje que Etcheves creó como duo junto a Francisco Juánez para ser el par de detectives protagonistas de sus relatos policiales ficticios.
Si bien Cornelia es la tercera novela en la que aparece Pelari, Perdida es su primera aparición cinematográfica. Lo hace con pie firme, con una historia que la tiene como protagonista central.
Manuela “Pipa” Pelari (Luisana Lopilato) es un personaje fuerte, con características que comúnmente se le otorgan a personajes masculinos; terca, decidida, poco amable e inquebrantable. Perdida nos puede llegar a mostrar el por qué de ese carácter.
Años atrás, en el Sur argentino, un grupo de amigas fueron a un viaje escolar. Allí el estudio dio lugar a la diversión, hasta que una noche, una de ellas, Cornelia Villalba de catorce años, desapareció.
Durante un tiempo la investigación no arrojó pistas, dándose por abandonada pensando que quizás fue víctima de lobos feroces. Ya en la actualidad se cumplen años de la desaparición, y en plena misa conmemorativa aparecen nuevos indicios.
Culpa e investigación
Manuela se emperrará en reabrir el caso, pero ante la negativa de su jefe y mentor (Rafael Spregelburd) y la desconfianza de su colega (Nicolás Furtado), emprenderá un camino solitario. ¿Por qué la insistencia? Cornelia Villalba no es un caso más para Pipa: ella era una de las chicas en ese viaje, la mejor amiga de Cornelia.
La aparición de la madre de Cornelia (María Onetto), más el cruce con una mujer misteriosa (Amaia Salamanca), removerán los deseos de justicia de Manuela. Probablemente también por culpa de lo sucedido esa noche y posteriormente.
Pipa contará también con la colaboración de una ¿hacker?, o experta en informática (Oriana Sabatini), con la que mantiene una relación de amistad ambigua.
El guion escrito por el más televisivo Jorge Maestro (junto a Mili Roque Pitt y Montiel) intenta disimularlo, pero Perdida forma parte de un conjunto ya iniciado. Esta circunstancia hará que la presentación de personajes sea más bien ligera, con un equipo ya formado, y sin demasiadas explicaciones.
El ritmo del relato es sostenido, y aunque se planteen varios planos que nos llevan del presente al pasado, y de la historia de Manuela a la de esta mujer misteriosa, todo siempre se entiende.
El entramado de Perdida quizás se adelante demasiado. La historia de Sirena nos permitirá saber de antemano qué pasó con Cornelia, pero se sobreentiende que el propósito del film no es desafiar nuestras mentes: esto es entretenimiento puro y liso.
La apuesta por actores jóvenes populares (algo que quizás no se veía desde El Desvío, y aún estos eran más grandes) le otorga a la par una estética moderna, ágil. Lopilato se adapta bien a este rol seco, y salvo en algunas escenas su rendimiento es efectivo.
Es de destacar también que Amaia Salamanca, como la figura sexy de la propuesta, es quien luce más contundente y convincente. Los intérpretes secundarios cumplen, aunque la historia decida no otorgarles el peso necesario (sobre todo al elenco adulto).
Por último, algunos errores para los más meticulosos se contraponen a un giro final que -si bien no es novedoso- puede verse inesperado.
Conclusión
Perdida es una propuesta más enfocada por capturar un público masivo que por innovar dentro del género. Con sus fórmulas aplicadas y la rutina del profesionalismo, le alcanza para ser correcta y pasar el desafío.