Perdida

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Audaz, perversa y memorable

La nueva película de ese notable director que es David Fincher arranca con una desaparición. En un pequeño pueblo de Missouri, un periodista neoyorquino con ínfulas de escritor llamado Nick Dunne (Ben Affleck) regresa a su casa y descubre que su esposa, Amy (Rosamund Pike), ya no está. Hay rastros de violencia en el interior y todo indica que ha sido secuestrada. La comunidad se ve conmovida, hay cadenas de oración, equipos de voluntarios que salen en su búsqueda y un circo mediático que no tarda en armarse con guardias en la puerta que se mantienen las 24 horas. Pero no pocos miran a Nick con recelo y desconfianza. ¿Qué esconde ese hombre carilindo y amable? ¿Es realmente una víctima de las circunstancias o podría ser incluso el victimario?

Ése es el planteo inicial de esta transposición de la exitosísima novela de Gillian Flynn (ella misma escribió el guión). Pero, en verdad, ése es apenas el arranque de la primera de las cuatro-películas-en-una que propone Perdida. Tendremos la versión de él, luego la misma historia narrada desde el punto de vista de ella y más tarde un par de vueltas de tuerca adicionales que no conviene ni siquiera mencionar. Y a eso hay que sumarle unos cuantos flashbacks que nos contarán el enamoramiento, la pasión, la consolidación y la progresiva decadencia de ese matrimonio durante los cinco años previos.

El material puede sonar (y en algún lugar es) un poco trillado, pero es justamente la maestría narrativa, la extraordinaria capacidad para la dirección de actores y el virtuosismo visual del realizador de Pecados capitales, El club de la pelea, Zodíaco y Red social los que llevan a Perdida a trascender el marco de una simple pulp fiction para convertirse en una exploración impiadosa, inteligente y provocadora sobre el cinismo y la doble moral de una sociedad dominada por la paranoia y la manipulación de los medios y de la justicia.

El film -heredero del mejor cine de Alfred Hitchcock, pero también de sus estilizados seguidores, como Paul Verhoeven o Brian De Palma- es bastante más que un simple thriller sobre las apariencias que engañan para convertirse en una mirada que vincula la degradación social (la falta de techo, la desocupación, la recesión) con la de una pareja que alguna vez fue modélica, ejemplar. La envidia de todos.

Provocativa hasta límites inimaginables (tiene un grado de perversión poco habitual en el cine mainstream), Perdida le devuelve a Hollywood esa audacia que extrañaba quizá desde la generación del 70 y "dialoga" en no pocos aspectos con el éxito argentino Relatos salvajes.

Es cierto que el film (o los films que van surgiendo cual ramificaciones) luce un poco apretado en el montaje final, pero aunque deja la sensación de que bien podría haber dado para una miniserie de varios episodios, la atención (la fascinación) que produce no se resiente jamás en sus dos horas y media.

La sociedad entre un director de los recursos de Fincher y un elenco notable (lo de Rosamund Pike es prodigioso y se verá recompensado con decenas de premios) hace de Perdida un verdadero acontecimiento dentro de un cine estadounidense que -entre tanto producto efímero- regala por fin una película potente y compleja. Para analizar y discutir.