Perdida

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Una óptica muy personal

La última película de David Fincher ya se posiciona como uno de los grandes estrenos del año con una cínica mirada sobre el matrimonio y una contundente crítica hacia los medios.

En sus mejores y peores películas a David Fincher siempre le interesaron las historias convencionales. Pero, a través de una mirada personal, recorrida por enigmas, opuestos puntos de vista, flashbacks y una exacerbada manipulación al espectador, esas convenciones narrativas (genéricas o no) se transforman en tramas extraordinarias y complejas de encontrar en el cine mainstream. El caso de Perdida, partiendo del best seller Gone Girl de Gillian Flynn, es uno de sus puntos más altos de su obra, siempre excedida en metraje pero seductora en las idas y vueltas del argumento y en la convivencia placentera del thriller policial con una feroz visión del matrimonio, junto a una contundente crítica a los medios de comunicación, sutiles aportes de humor negro y un macabro asesinato. Como casi siempre sucede con el cine de Fincher sería un atentado contar demasiado de la enroscada trama de Perdida, un film que empieza como otros policiales pero que a través de un estilo de capas superpuestas se erige en un relato único, donde el espectador es llevado de las solapas tal como hiciera el maestro Hitchcock en su (casi) perfecta filmografía. Algunas puntas del ovillo a desenredar: Amy y Nick cumplen su quinto aniversario como pareja, ella desaparece, se sospecha de él, la policía investiga, el caso toma dominio público. Pero nada es lo que parecía ser, razón por la que cobrarán importancia, entre otros personajes, un abogado de mujeres asesinadas, la hermana de Nick que al inicio lo protege sin dudar y las parejas anteriores de ella que retornan para complejizar el asunto. Y dos sujetos narradores que reflexionan sobre el caso: Nick y su necesidad de inocencia y el diario íntimo de Amy, que construirá otra opinión sobre el hecho. Pero, ¿ella no había desaparecido? La acumulación de situaciones sobre tan particular pareja y de quienes la rodean jamás estrangula a un relato contado con placer e interpretado por un elenco notable, desde los protagónicos (Affleck en el mejor papel hasta hoy; Pike, revelación impensada luego de varios roles menores) hasta los secundarios, tal como ocurría en los clásicos del viejo Hollywood. El secreto de la pareja de Perdida, en todo caso, tiene el mismo sustento que aquella caja que llegaba al desierto en el final de Pecados capitales. Fincher, por lo tanto, un creador que parte de historias ordinarias convertidas en extraordinarias, ostenta hasta hoy una filmografía con altos y bajos. Sin llegar a las alturas de Zodíaco y Seven, pero a años luz de la horrible Benjamin Button, su último film ya se instala entre lo mejor del año y en lo más arriesgado que puede ofrecer el cine proveniente de Hollywood.