La consagración
Días después de haber visto Perdida sigo con la misma sensación que al salir de la sala la primera vez. El nuevo opus de David Fincher es lo que Vértigo fue a la filmografía de Hitchcock. Es lo que Ángel Faretta denomina la “obra solar” en la carrera de un director. Es la película que condensa todos los tópicos y los traumas abordados por las obras anteriores para ubicarse como cumbre en el camino trazado hasta el momento.
Por supuesto es una Fincher clásica, y como tal, hay personajes que cumplen la figura del director de cine, que manipulan al ingenuo a su antojo y desarrollan una puesta en escena. Estas características, en mayor o menor medida disimuladas en sus trabajos anteriores, nunca fue tan obvia y eso no tiene que ver con un realizador agotado o dedicado al trazo grueso en el ocaso de su carrera sino con algo más que la ubica en el podio de su filmografía. Su cualidad autorreferencial. En otras entradas de esta web fui siguiendo e intentando desmenuzar algunas de sus películas, por lo tanto, y considerando que adelantar más acerca de estas referencias a su propia obra sería revelar datos de la trama arruinando la experiencia, no voy a ahondar más en este punto por ahora y será motivo de algún otro escrito en otro momento.
Luego de presentarnos el espacio social en donde se va a desarrollar la historia (recesión, cierre de fábricas y shoppings, desempleo, etc) el film comienza con un primer acto en donde nada podría resultar más estereotípico. Desde el pedido de matrimonio más ridículamente creativo de la historia hasta el detective que aparece en la escena de la investigación con su vasito de café en la mano. Todo está dado para que nos deslicemos por la superficie de una narración en donde la representación está continuamente a la vista y en donde llegado el momento, con la unión de dos planos (no más) acompañados de la música correcta, esa red de seguridad va a desaparecer brutalmente. Ahí empieza Perdida, la retorcida historia de un cineasta juguetón y un espectador que cae dando tumbos por el hoyo del conejo sin poder agarrarse de nada.
Perdida tiene madera de clásico del cine.
Ben Affleck no podría haber encontrado un personaje más a la medida de sus condiciones actorales y lleva adelante este rol casi de taquito. Rosamund Pike está hermosa. Representa toda la belleza gélida y la capacidad de no transmitir confianza con su mirada que tienen las chicas Fincher pero el tratamiento que recibe su figura está más cerca del que recibían las rubias de Hitchcock. En algunos pasajes de Perdida, Pike luce etérea.
Técnicamente la cinta es impecable. David Fincher repite Director de Fotografía con Jeff Cronenweth, que trabajó con él en El Club de la Pelea, Red Social y La Chica del Dragón Tatuado. Vuelve a contar con la edición de Kirk Baxter como en El Curioso Caso de Benjamín Button, Red Social, La Chica del Dragón Tatuado y House Of Cards. La música está a cargo de Trent Reznor como en Se7en, Red Social y La Chica del Dragón Tatuado. Estos tres roles son los más destacados de la película.
Perdida es la más ambiciosa y también la obra maestra del director que lejos de descansar en el lugar de comodidad del Oscar y los productos por encargo que trae consigo decide no sólo mantenerse por el mismo camino sino redoblar la apuesta.